Por Mariano Valcárcel González.
Hay veces en que a uno le fallan las referencias, o no interpreta debidamente las señales que le presentan y puede, en esta situación, desbarrar la trayectoria o dudar muy mucho de su cordura.
A mí, la monarquía como tal estructura me trae sin cuidado, que ni fu ni fa (más cerca de fu), porque ignoro y no concibo ese hálito, esa pátina de sacralidad que todavía hay quien se la endosa y hasta cree, como si en efecto los monarcas fuesen ungidos por la divinidad (tal vez de ahí esa inviolabilidad de que se la dotó en nuestra Constitución).