Las islas inventadas, 08

Por Manuel Jurado López.

 

TESORO

No sé si existen las mujeres

dormidas como estatuas,

diosas del oro sorprendido

en su placer metálico.

Desconozco cómo son sus abrazos,

el resplandor de su mirada,

el fuego de sus huesos;

o si su corazón se muere

como una flor de fieltro;

si tienen alma eterna

o si, al final de todo,

son solamente duda y desencanto.

 

UN AMIGO

Era calvo, enfermizo,

inteligente por naturaleza,

cínico y hablador,

lector impenitente de poesía

-jamás hizo un poema,

ni hablaba de mujeres-.

Vivía al otro extremo de la isla.

Contaba hilarantes anécdotas

-que nunca había vivido-

de gente de la banca y la política.

Según los resultados

de sus análisis,

le gustaba nadar entre dos aguas,

dos muertes o dos vidas.

Era un actor magnífico.

juralopez42@msn.com

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