Contáctame con tacto

Perfil

Por Mariano Valcárcel González.

Esto de los contactos, mensajes y demás modalidades que te brinda internet y más concretamente twiter o facebook es un universo de oportunidades de toda clase, tanto para bien como para mal.

Como todas las herramientas puestas en nuestras manos, la herramienta en sí no es ni mala ni buena, sino todo lo contrario; y la bondad o maldad vendrá del uso y utilización que hagamos de la misma. Está meridianamente claro que somos nosotros, sus creadores y administradores, los humanos, quienes bendecimos o demonizamos lo que, por nuestra mera intervención, pasa por nuestras manos.

Tener un rifle no dice nada, salvo su potencial, debido a su misma función y estructura; el rifle sirve para dispararlo (esa es su finalidad); y ya es otra cuestión contra qué se le dispara, siendo mero deporte o divertimento o un arma mortal de necesidad. Puede matar animales o humanos. Y así, otros inventos, que en su día y de buenas a primeras fueron calificados de demoníacos; o al contrario, hasta que su utilización o efectos determinaron por qué pendiente se precipitaban (los precipitábamos).

Estos portales de comunicación de internet son formas de facilitar la misma, de llegar más rápido y más cerca a nosotros, cosas y casos que nos pueden concernir, o que nos interesan por nuestros trabajos o aficiones, o que los queremos abrir y consultar por mera curiosidad. Son un mundo tan amplio y variado que hasta ya nos cuesta trabajo discriminarlos o, como se vino diciendo desde el principio, “navegar” en la red para encontrarlos. Pero para ello existen, oportunamente, los buscadores, motores rapidísimos y efectivos que nos ponen la información que reclamamos “a la carta”.

Pero también, quienes utilizan esos caminos cibernéticos lo hacen con muy malas intenciones. Hay quienes, entrando, se dedican a extraer datos y pistas sobre nosotros; datos y pistas que vamos dejando por esos caminos, como el hilo para atravesar el laberinto; no tienen más que atrapar y seguir ese hilo, para saberlo todo de nosotros. Se aconseja que cuantos menos llevemos a la red, mejor (pero no hacemos caso). Lo último practicado, no solo por particulares sino por la empresas (dicen que ese material es oro en sus manos), es acopiar todo lo nuestro, especialmente teléfonos y direcciones de correo, etc., para tener una gran base de datos y averiguar nuestras preferencias, tanto de consumo como religiosas, políticas, etc. Fabrican así nuestro perfil y, sobre eso mismo, actúan.

En los mensajes de los arriba indicados, al inicio puedes encontrar de todo. Hay personal que los usa como medio de expresión e intercambio de ideas o como meros canales de comunicación con amigos reales o supuestos (que esa es otra: lo de los “amigos” que te digan en esas redes). Los hay que únicamente los conciben como herramientas de descrédito y destrucción de quienes piensen distinto y como forma de animarse entre los de su propia secta (especialmente en asuntos políticos). Estos sí que son peligrosos, porque no dudan en reproducir mentiras y falsedades, en tergiversar datos y hasta falsificarlos para llevarse el gato a su agua. Y los insultos abundan, sin el más mínimo reparo ni educación.

Últimamente, me ha sucedido que alguien que entraba en mi muro del facebook, ya desde hace bastante tiempo (y yo se lo permitía, pues no lo había bloqueado), casi siempre con soflamas, algunas veces más que incendiarias, y al que yo le respondía, a veces, también tratando que moderase sus ideas o, al menos, las pensase en su justo término, pues, con los últimos acontecimientos de la política nacional, andaba bastante alterado y no razonaba ni argumentaba, sino repetía cantinelas y consignas más que discutibles. Pues ya, y como último “razonamiento”, según debía pensar él, me calificó como necesitado de vender cupones de la ONCE: tal su interpretación de mis objeciones. Así que le indiqué que, si yo nunca le había insultado (y no tengo nada contra los vendedores de la ONCE), no iba a consentírselo que lo hiciese conmigo; y me despedí. Gran y razonada respuesta de esta persona: el que se pica, ajos come.

Como es de lógica, yo de inmediato lo borré de mis accesos y santa calma.

Viene a cuento esta anécdota para ilustrar el maremágnum en que se ha convertido la red y sus portales, y la atroz utilización que de ello se hace. Por supuesto, vienen a mi memoria esos twiter que los graciosillos de turno o intelectuales de pacotilla se han permitido lanzar en algunas ocasiones, respecto a temas sangrantes y muy sensibles para ciertas personas; muchas veces hirientes también y hasta amenazantes; pero que luego, cuando estos “literatos” del epigrama zafio algunas veces llegan a ciertos cargos o niveles políticos, se ven reproducidos como acusación de sus opositores contra ellos (y que no dejan de tener razón).

Por eso, estimo que lo que volquemos a la red, salvo cuestiones personales y de familia o amistades reales, debe estar bien meditado, calculado, evaluado y hasta confirmado, si es algún rumor o noticia de cierta importancia. Y que no debe haber impunidad para quienes hacen, de estos medios, un uso torticero y espúreo, peligroso e incluso criminal. No se puede jugar con estos materiales tan sensibles, pues, cuando se genera un fuego, luego es difícil apagarlo. Tenemos pruebas suficientes de la eficacia maligna del invento; hasta se puede influenciar con éxito para que salga elegido presidente de un país cualquier zafio vocinglero. La manipulación está servida, a la carta. Así que, sírvanse ustedes, amigos, si quieren escalar en el escalafón de los impúdicos.

marianovalcarcel51@gmail.com

Autor: Mariano Valcárcel González

Decir que entré en SAFA Úbeda a los 4 años y salí a los 19 ya es bastante. Que terminé Magisterio en el 70 me identifica con una promoción concreta, así como que pasé también por FP - delineación. Y luego de cabeza al trabajo del que me jubilé en el 2011. Maestro de escuela, sí.

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