Por Mariano Valcárcel González.
Resuenan mis pasos en los pasillos, en los claustros, en la iglesia. Resuenan en los mármoles, en el terrazo, en las cerámicas mudéjares, en el cemento, en la tierra… Resuenan con ecos opacos, tristes, a veces misteriosos, otras veces en horribles chasquidos, semejantes a disparos, a explosiones. Resuenan y los siento; otras veces, los ignoro y muchas de ellas me asustan, alterándome.