Círculos

Perfil

Por Mariano Valcárcel González.

Hemos descubierto la pólvora negra, lo ignoto, oculto y arcano, sólo interpretable por minorías selectas en círculos muy cerrados. Sí, hemos descubierto “los círculos”…

Y, con los círculos, sus ventajas. Hemos descubierto que en los mismos se puede debatir, intercambiar ideas, proponerlas y aceptarlas (o no). Hemos descubierto que eran esos círculos los que nos faltaban para llegar a un nivel participativo ideal por lo amplio y democrático. En los círculos, se puede hasta conocer gente, socializar y verbalizar sentimientos y actitudes. Es que esto de los círculos es la repera; leche.

Yo ya oí en mi tierna infancia y blanducha adolescencia el término círculo como lugar de encuentro y reunión. Para nosotros, existía el Círculo de las Juventudes de Acción Católica, como para los adultos existía el Círculo de Labradores y otros… Círculo y lugar común eran sinónimos. Lo que pasa es que, tras la operación recambio y mejora de los años setenta y principio de los ochenta del pasado siglo, esto de los círculos quedó como desacreditado, añejo y obsoleto. Unos por unas cuestiones y otros por otras. Se abandonaron los círculos quizás por una surgida prevención a su tendencia a la opresión y al control; al fin y al cabo, un círculo es un círculo y equipara mentalmente a la jaula de las fieras en el circo.

Además, se cantaba a Juan Salvador Gaviota, pájaro libre del mar, hasta que algún espabilado decidió que esa ave fuese su mascota política (aunque no se declaraba que era ave también carroñera). En fin, que nos salimos de las jaulas redondas y, en casos, hasta doradas, para lanzarnos al horizonte que quedó en no tan lejano y sí en larga puesta de sol, cegadora.

Mucho tiempo nos pasamos los ya maduros sin recordar ese concepto y los crecidos en la nueva era, en su desconocimiento completo. A lo más, se entendía de comités, ejecutivas, secciones y laberintos burocratizados en lo político y en lo social, pues en juntas de compis, asociaciones de solteros/as, descasados/as, en busca de consuelo o mera compañía, grupos de amantes del cine, o de determinado auto, o de los animales, o grupos (por la fuerza de la dependencia) de adictos a cualquier droga… Grupos que no implicaban más cohesión ni deber; meros enlaces de tendencias, apetitos o intereses (en muchos casos superficiales). El gregacionismo no estaba de moda; aunque, con el paso de la resaca libertaria, se echó de menos el calor del compañero y hasta la denostada autoridad del líder; que las cabezas empezaron a preferir quién las dirigiese antes que decidir por sí mismas.

Y, con esta estopa y la leña acumulada de los desencantos, y el fuego prendido de las sinrazones, se encendió inflamada la hoguera circular. Con arrebato de fuego ancestral, de fuego purificador y destructor de todo lo que estuviese a su alcance. Como se hacía en las hogueras de san Juan (o de la Candelaria, o para san José o san Antón), como se hacía con los libros indeseados por el nazismo, como hiciese Savonarola en Florencia, todo lo que debía ser quemado se quemaría.

En los nuevos círculos de hogueras virtuales, se hicieron planes de acabar con lo indeseado, con lo anterior y que oliese a viejuno, con las ideas y los hechos de la carcundia, con las injusticias manifiestas, con el capitalismo, con… Paradójicamente, los círculos no son ni novedosos ni círculos siquiera (al menos como se podrían entender). Son asambleas que unas veces pueden allegar más asistentes y otras menos y que la misma lógica de las cosas las convierten luego en estructuras que se van fijando y burocratizando (y terminan esclerotizándose). Realmente, los círculos son una imitación (o pretenden serlo) de los soviets.

Los soviets nacieron espontáneamente en Rusia para luchar por los derechos de los trabajadores (eran movimientos netamente obreros) y de las clases sojuzgadas y desfavorecidas frente al poder imperial. Asambleas de representantes de las fábricas, luego añadidos los representantes de los campesinos y, por fuerza de los acontecimientos, con los representantes de los soldados. Su fuerza radicó en su movilización y radicalización operativa y organizativa, lo que logró afianzarlos tras los sucesos revolucionarios que acabaron con el zarismo.

«Los órganos de poder descritos por nosotros ‑dice Lenin‑ eran la dictadura en germen, pues ese poder no reconocía ningún otro poder, ninguna otra ley, ninguna otra norma, procediera de donde procediera. Un poder limitado, extralegal, que se apoya en la fuerza; en el sentido más directo de esta palabra, es la dictadura».

Una pieza clave en este proceso y su posterior evolución fue la toma de control de los mismos por el partido bolchevique, que logró expulsar a los otros partidos, en especial a los socialistas y a los partidos burgueses (estos prácticamente ni entraron en el soviet) y, con la consolidación bolchevique leninista, no quedaron restos de otras tendencias comunistas o anarquistas.

«Mientras estamos en minoría, hay que poner al descubierto la política conciliadora de los partidos pequeño burgueses, explicar a las masas sus errores y, mediante una labor paciente y tenaz entre los obreros, soldados y campesinos, conquistar su confianza; conquistar la mayoría en los soviets».

Y los soviets terminaron dando nombre a la organización política y administrativa del Estado y se constituyeron en su brazo burocrático y de control político.

Los círculos “puede” que terminen indefectiblemente en ese proceso de burocratización y estructuración rígida, donde la transmisión de poder real sea la de arriba hacia abajo, quedando la de abajo hacia arriba en mera formalidad y rutina. Así que no hay nada que ya no se sepa.

marianovalcarcel51@gmail.com

Autor: Mariano Valcárcel González

Decir que entré en SAFA Úbeda a los 4 años y salí a los 19 ya es bastante. Que terminé Magisterio en el 70 me identifica con una promoción concreta, así como que pasé también por FP - delineación. Y luego de cabeza al trabajo del que me jubilé en el 2011. Maestro de escuela, sí.

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