Así, cualquiera

31-03-2012.

Reitero mi posición de respeto hacia todos los que decentemente piensan para sí y para los demás, con pensamientos activos, que los llevan a militancias y creencias diversas, siempre orientados sinceramente hacia el bien común. Quienes así lo hacen, y desinteresadamente obran en bien de los demás, aunque resulten sus opciones diversas y hasta contradictorias en cuanto a lo que persiguen, son respetables.

Otra cosa es que sean por lo mismo intocables, incuestionables, indiscutibles y hasta de necesaria imposición a los demás. Entonces pierden la regla de oro del respeto, por ser de hecho irrespetuosos con los demás. No puede exigir respeto quien no respeta.

Yo no comparto posturas, formas de actuar, ideas que para mí son, cuanto menos, tendenciosas y muy partidistas (en cuanto toman partido real sólo por ciertos sectores de la sociedad); no trabajo para ellas, pero las respeto. Necesariamente creo que ese respeto debería ser recíproco.

Veo, sin embargo, que en muchas ocasiones, y por sistema, hay tendencia a afirmar que lo de ciertas ideologías o creencias es lo único aceptable. Que son las que merecen existir y a las que hay que seguir y obedecer; y fuera de ellas no hay nada más que basura. Así, es basura todo lo que venga de los opuestos y, como tales, tratados y despreciados. Se erigen en los únicos dignos, limpios, puros. Hasta la náusea se manifiestan contra los demás que no sean de los suyos. El insulto es lo de menos; lo peor es el uso y juego sucio que se hace con todos los medios y desde todas partes, enmarañando, tergiversando, mintiendo descaradamente, pues está muy claro que el fin, para ellos, justifica siempre los medios utilizados.

No sólo no se puede compartir una forma de actuar así; es que se debe denunciar; es que nos debemos defender; y es que, puestos ya, la debemos despreciar (la forma de actuar y a quienes actúan).

¿A qué mantener las mentiras y tensiones artificiales de temas o lejanos o manipulados sólo por obtener un ventajismo ramplón, por captar a los más indefensos en poder discriminar estos engaños…? Si hace falta mover siempre el espantajo cruento, se mueve; si hace falta remover los recuerdos y el dolor por actos criminales, se remueven sin cesar… No se mide el respeto: se mide el efecto; no se mide el dolor: se mide la reacción. Y se recuentan votos.

Algo en especial me choca de lo expuesto, en una cuestión concreta. Tal me choca que no quisiera entenderlo; mas la realidad, y sus intereses, se manifiestan con tozudez. La vara distinta de medir que la Iglesia tiene y lo sabiamente que la aplica, según conviene.

No me pueden explicar, porque no hay razón, que a la señora Vicepresidenta la hayan dejado dar un pregón semanasantero en la mismísima catedral (si, como avanzaron para luego detraerse, hay algo en su conducta como supuesta creyente que no es acorde). Por lo mismo, precisamente a una maestra le deniegan dar clases de religión (y que conste, y ya lo escribí, estoy de acuerdo con la jerarquía). Decir que el tal pregón es cosa civil es falaz; que si no quieren, no se da en recinto sagrado, y punto; ¿no estuvo un obispo de mi provincia denegando por sistema que se cantase una obra, ¡un miserere!, en su catedral…?

Cuando la señora Presidenta de una autonomía se incorporó a un Corpus, bien ataviada de mantilla, ningún eclesiástico la invitó a abandonar la procesión, a pesar de que esta señora tampoco cumple exactamente la normativa aceptada y obligatoria para cualquier creyente practicante o no. Sin embargo, en años anteriores, a un ministro de Justicia, en ejercicio tradicional de su cargo, que iba a asistir al evento, se le denegó tal presencia con cajas destempladas. Era de otro partido, se ve que no afín ni del gusto. Por cierto, este ministro puso en marcha, es cierto, lo que ahora las beneficia, pero no se tiene en cuenta para estas señoras (para ellas serán sólo pecadillos veniales) y por eso se le despachó.

A otros y otras católicos se les cierran puertas y caminos para seguir siéndolo (para bautizar a sus criaturas o llevarlas a su primera comunión, o ser hermanos mayores de sus cofradías, por ejemplo) a pesar de sus probadas convicciones y creencias. Por ellos escribía arriba lo del respeto. No se les respeta cuando se les discrimina, se les aparta y se les acusa, sin consideraciones y se les afrenta con los raseros distintos y públicos además de medir, enjuiciar, aceptar y olvidar o no.

Si se obra así, despreciando a las personas, en supuestas aras de determinados bienes que obtener (temporales, desde luego) nunca se tendrá, por mucho que se argumente y por muchos subterfugios a los que se acudan, la justificación ni moral ni ética necesarias. Se hace patente, nada más, que se ejerce el poder absoluto en la supuesta consideración de que este viene dado por la gracia divina (indiscutible pues) y que siempre obedecerá al bien y mayor gloria de la institución (sea la Iglesia, sea la que sea).

Pero es cosa común, como he escrito, que haya quien se crea que, en su caso, todo lo que haga está justificado y será, si es el caso, luego perdonado. Así, cualquiera.

 

Autor: Mariano Valcárcel González

Decir que entré en SAFA Úbeda a los 4 años y salí a los 19 ya es bastante. Que terminé Magisterio en el 70 me identifica con una promoción concreta, así como que pasé también por FP - delineación. Y luego de cabeza al trabajo del que me jubilé en el 2011. Maestro de escuela, sí.

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