El internado, 3

14-07-2010.
Primavera-verano de 1954
Con el buen tiempo, el patio de recreo se convertía en el escenario que nos proporcionaba los mejores ratos. De todos los juegos que realizábamos, me apasionaba uno: el de “las banderas”. Requería destreza, agilidad y mucha velocidad corriendo. Jugaban dos equipos; sus jugadores se distinguían porque los de uno llevaban una banda de color amarillo en la cintura y los del otro, de color rojo.

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