
Se inició el 98 con cielos plomizos y neviscas racheadas, cortantes. La terraza triste, desangelada. Macetones y jardineras, sarmentosos. El ánimo a tono. Los únicos pujantes e incansablemente musicales, los pájaros. Burguillos se sacudía la murria ‘tristeza’, contestando a sus béticos. Que siempre le alegraban la Navidad.