Tres momentos sublimes

Úbeda tiene múltiples y variados momentos en su Semana Mayor que la hacen muy interesante. Es apreciada cualquier estampa a la que se asista, especialmente cuando cualquiera de sus imágenes y tronos discurre por la zona histórico-artística y si, además, es de noche y hay poca gente,miel sobre hojuelas… El intimismo se traslada del exterior al interior del observante, transmitiéndole un mensaje de paz y hondura que sólo las almas felices y dichosas saben apreciar…

Este año de 2008 me he fijado en tres momentos estelares del Viernes Santo: la despedida entre La Virgen de la Soledad y La Expiración, que aguardaba en toda regla…; la despedida entre La Virgen de la Soledad y El Santo Entierro, en lo bajo de la Corredera de San Fernando, en una noche de luna, sin una mota de nube en el cielo…; y el encierro de El Santo Entierro en Santa María…
¡¡Qué pena no poder disfrutar ya de esa emotiva despedida que antaño le hacían los Romanos a El Santo Entierro en la escalinata de San Pablo…!! Todo, por el cambio de horario en La General, que tiene sus ventajas e inconvenientes…, pero que han convertido a Úbeda en una ciudad cosmopolita, donde hay veces que se encuentran en la calle dos o tres cofradías. Como en Sevilla, ya no es posible disfrutar de cada una individualmente… Así ha ocurrido este año con La Columna y La Humildad, La Expiración y Las Angustias, La Soledad y la portentosa bajada de guiones por la Plaza del General Saro, etc.
DESPEDIDA DE “LA EXPIRACIÓN” A “LA SOLEDAD”
Ya caminan lentamente los costaleros por la calle Nueva, bastante separados de El Santo Entierro, que marcha delante, camino de la Corredera, mientras desde lo alto de la rampa de la Trinidad espera –anhelante‑ el Cristo Crucificado, para despedirse de su Madre por mediación de tambores y trompetas…
Es una despedida musical deliciosa en la que se palpa el silencio de la gente que asiste al magno espectáculo y se observa cómo se degusta el momento, hasta que las alzadas de la Virgen con sus costaleros, las medias o cuartos de vuelta, esos bailes de alegría y pena que los costaleros le imprimen, hacen vibrar al público expectante, que prorrumpe en cálidos y sentidos aplausos… ¡¡Cuesta tanto despedirse y esperar hasta el próximo año para volver a decirse adiós…!!
Es buena señal que las hermandades sean fraternas, que sus relaciones humanas sean fiel reflejo de las divinas, y que se lleven bien… Ya pasaron esos tiempos de protagonismo excesivo en los que primaban más unos que otros en detrimento de la buena hermandad…, como Dios quiere que nos llevemos…
La luna asiste inmaculada y perpleja a este encuentro‑despedida donde lo musical y lo silencioso priman a partes iguales. Todavía las palomas no han hecho su lecho en la torre, pues quieren asistir atónitas a este encuentro materno‑filiar tan sentido y esperado por todo el pueblo de Úbeda…
DESPEDIDA DE “LA SOLEDAD” A “EL SANTO ENTIERRO”
Aguardan, sigilosamente, todos los cofrades de El Santo Entierro con su traje de gala y su redoble lento y monótono hasta que por fin llega la Madre. Aún está fresco el recuerdo de cuando fue enturbiada esta relación por falsos y baldíos protagonismos que solo los humanos sabemos anteponer…
Hoy, por fin, las aguas han vuelto a su cauce y el público, que ansioso espera el sublime momento de la despedida, puede asistir silencioso y devoto, al igual que la límpida y plateada luna desde el cielo, a este encuentro‑despedida en el que las trompetas y los tambores son los protagonistas musicales, y de talla, para que las voces ‑que no se oyen con el oído, mas sí con el alma‑ del Hijo y la Madre se arrullen en un amor indescriptible, diciéndose tantas cosas que, únicamente, los muy atentos captan…
Son las notas musicales las protagonistas principales de ese diálogo tan sonoro, tan cierto, tan suave, que los oyentes esperan escuchar para no olvidar nunca… Hay idas y venidas bailadas en las que la Madre dedica sus mejores palabras y movimientos a su Hijo que, yerto, espera en una losa fría, flanqueado por las cuatro antorchas que lucen ardorosas. Gracias al frío viento, la luz ‑que ondea a ráfagas‑ anuncia que pronto resucitará de entre los muertos para gloria del orbe cristiano…
Ya la Soledad coge su tortuoso camino hacia su iglesia de San Millán, donde se le vitoreará y ofrendará con largueza; mientras, El Santo Entierro irá poniendo luz, color y sonido a las calles emblemáticas por donde pasa: Montiel, Plaza Primero de Mayo, Juan Ruiz González y Plaza de Santa María.
Pocos ‑pero escogidos‑ son los que lo acompañan, además de sus incondicionales cofrades, cuya lujosa vestimenta delata incondicional presteza…
ENCIERRO DE “EL SANTO ENTIERRO”
—Ya he llegado a mi fiel morada ubetense. Otros años, al ser más tarde mi despedida, todavía había menos gente en mi encierro. Hoy hay bastante más… Siento que, frente a la puerta norte de Santa María de los Reales Alcázares ‑por donde salí y voy a entrar‑, se ha colocado la magnífica banda de tambores que ‑de luto riguroso y con sus luces alumbrando los tambores‑ me dedican sus mejores y más preciados toques, en homenaje ‑un año más‑ a esta adoración que me tienen…
Esta fría noche primaveral, en la que he ido caminando sobre mis ruedas, que fieles y devotos costaleros han empujado, he podido ir apreciando cómo esta ciudad centenaria me admira y venera. Encima de esta losa fría, en la que Palma Burgos me colocó, aún sin vida, siento el aliento febril de los que bien me quieren y oigo sus notas musicales interpretadas con tan sublime acento que me hacen vibrar cual si humano vivo fuese…
¡¡Estos aguerridos y desenvueltos cofrades, que hacen de mí un ser mortecino que vive por siempre en sus almas…!!
La noche tiene una paz y un regocijo que puedo apreciar en los semblantes de los que aún me contemplan. Siento un cariño especial por estos devotos semanasanteros que no se quieren perder esta despedida, para que esta casa ‑que tanto tiempo llevo esperando‑ esté completamente restaurada para que en verdad sea mi morada permanente durante los 365 días del año… ¡¡Espero que pronto se cumpla mi deseo y el de muchos ubetenses que quieren ver ya abierta y restaurada esta ex-colegiata que tan buenos recuerdos me trae desde que fue erigida como tal…!!
Un año más mis deseos se han convertido en realidad y veo cómo el pueblo de Úbeda, con la cantidad de visitantes que este año ha tenido y gozado, sigue devoto de mi cofradía; aunque lo importante es que os queráis todos como hermanos y miembros de una misma Iglesia; que os conozcan por el amor que os tengáis entre vosotros: el auténtico Amor Cristiano, desprendido y sincero…
¡¡Hasta el año próximo!!
Mas habéis de saber que seguiré Vivo todo el año en el Sagrario de cualquier iglesia e incluso en el corazón más tierno de cualquier persona que me implore…
Úbeda, 22 de marzo de 2008.

Deja una respuesta