Amigo Alfredo:
Creo que esta vez te has pasado. ¿Vileza?, vamos, por favor. Esa es una palabra gruesa que no estoy dispuesto a admitirla, además es que la rechazo rotundamente. No sé si te debe eximir tu apasionamiento que a veces se trasluce en tus escritos.
En cualquier caso creo que has sido poco reflexivo. ¿Vileza? Un poco duro, incluso para este saloon. Suele ocurrir cuando uno se “atrinchera” en un bando determinado y mira al mundo siempre con el ojo daltónico; para unos el derecho, para otros el izquierdo. Pero aún hay gente que tiene visión de lince y adivina pensamientos a través de reacciones (¿desproporcionadas?) del de enfrente.
Ahora entiendo que, cuando se mira a Saro, unos ven un grupo escultórico, una obra de arte, de primera categoría. Otros ven a un general de “sexta fila”, ni siquiera del “séptimo de caballería”.
Te has precipitado en tu apreciación, querido Alfredo. ¿Vileza?, has estado presto en el vituperio, forastero.
¡Un mazazo!, que ha retumbado hasta en el café del último rincón del saloon, que ya era hora de que alguien pegara un puñetazo en la mesa.
Gordo, el tuyo, que han bailado los naipes y saltado los güisquis por los aires.
Vamos que, colt al cinto, te has despatarrado y te la has sacado (la pistola) sin el menor recato y no se te hiela, ni el corazón, ni se te afloja, con ninguna de las dos Expañas. A mí se me ha congelado el aliento. Y hasta a Dionisio, con el puño en alto, lo tienes tieso.