16-09-2008.
Mi amigo Enrique era alto y garboso, simpático e inteligente, pícaro y bailarín; hombre de ideas firmes, objetivos claros y porte distinguido y señorial. Mi amigo Enrique era andaluz, de Valverde del Camino, y bailaba sevillanas divinamente. Cuando era joven, se fue a Alemania donde adquirió ciertos conocimientos de electrónica. Trajo de allí un título con su nombre y apellidos en español. El resto no se entendía; pero él aseguraba que, según el documento, era ingeniero técnico electrónico. Como su marcado acento sevillano no favorecía, al parecer, a su correcta dicción en alemán, tiró la toalla, preparó la maleta y se vino a Barcelona hace muchos años.
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