04-09-2008.
Verdaderamente aquellos días estaba desesperado. Deambulaba de la Sierra a la ciudad, de la ciudad a la Sierra, como ruina itinerante, buscando piedras letreras, necrópolis ibéricas, restos que analizar al carbono, mariposas miocénicas atrapadas en resinas piñoneras, lagares y tinajeros roídos por la filoxera, cualquier quincalla oculta o sumergidas ánforas de terracota orinadas de olvidos. Los Escoriales, Peñallana y la Atalaya eran los puntos cardinales de mis búsquedas; Pepe Cruz, mi consejero.