Versos sembrados, 11

14-09-2008.
81
Trilogía sonámbula
III

Aquel hombre que amaba
noche y día                      los ecos

que se hicieron desnudos con el aire
siempre un símbolo añejo
poema primerizo desde entonces
y un lagarto de luz que se nos mete
entre cejas y duendes        laberinto
definitivamente.

Aquel hombre que amaba
el reloj a deshoras             como un reto
en la arena de escarcha
de este día                       cribado corazón
para ver quién desangra más deprisa
y la luz y otra rama
hablándonos de tangos larguiruchos
definitivamente.

Aquel hombre que amaba
la mudez del periódico        el tictac
de olor a crisantemos         como yunta
en claveles trenzados
y un aviso                        estamos en la inopia
con toda la sangre a cuestas
y el verbo inaguantable de una carne rota
definitivamente.
Aquel hombre que amaba
apagando tus ojos             nos hartamos
de mascar la saliva tantas veces
un pájaro picón                 vuelo y dibujo
desde aquella jamila
y encogerse de hombros     desde luego
definitivamente.
Aquel hombre que amaba
dejándose el silbido para siempre
color a uvas secas             algodones
amenazas de lluvia    sin palabras
y un sudor camuflado que se escapa
definitivamente.
Aquel hombre que amaba
en aquella sonámbula estación de aldea
se olvidó de los besos
idefinitivamente!
 
82
Infancia – 2
Rev. Almazara.
A mi madre de nuevo.
Desde esta sonámbula estación,
el tiempo ha devorado los metales,
la risa de aquel niño, los pañales
de aquella cuna triste. EL libro nuevo
ya consumió su cromo, aquella escuela
de estúpidos fantasmas, un eco lento
se filtra entre las teclas de aquel acordeón
que cambia su din-don
por gotas de cemento.
Desde esta sonámbula estación
la vida nos prestó su estribo añejo,
el juego del dolor, la caspa muda
de aquel cerebro gris. Rompe un espejo
sus hojas de papel, aquella abulia
de húmedo latín y una rutina
se cruza entre las varas de un cálido trombón
que entona su canción
con ecos de sordina.
Desde esta sonámbula estación
el tren ya se despide, aquel peldaño
de luz que se le nubla, el mismo aliento
que quiebra el cigüeñal, un grave acento
le habla en diagonal, la misma escoria
silbando en el riel, ¡melancolía!
hiriendo el re bemol de un viejo diapasón
que afina la ilusión
¡infancia y agonía!
 donrafael@andaluciajunta.es

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