Querido compañero

29-10-06.
QUERIDO COMPAÑERO Y PAISANO ENRIQUE:
En primer lugar, quiero que sepas que, además de leerte con mucho agrado, eres mejor escritor que publicista. No te resto méritos en cuanto a lo que podrías haber sido y no fuiste, por haberte quedado en el pueblo y no haber traspasado los límites de la Parapanda ni el Cerrico Vilches. Igual otro gallo te hubiera cantado, sin que por mi parte atisbe demérito en lo que con tu vida has hecho. Tampoco te sientas tan importante por el número de accesos que tienes, porque algunos, como yo mismo, somos tan lerdos que tenemos que entrar varias veces para escudriñar el lenguaje subliminal que usas. ¡Cómo te envidio!

Segundamente, o mejor secundariamente (perdona por el anglicismo), va por delante mi felicitación por quitar hierro a casi todos los asuntos que nos conciernen. A nuestra edad, se desmitifica casi todo. El otro día, sin ir más lejos, la princesa Letizia, futura reina de España, oficialmente inauguró nuestro colegio. Nos contó, en el claustro que tuvimos posteriormente, intimidades que algunos de los de la salsa rosa hubieran pagado a millón por frase y les hubiese dado cuartelillo para veinte programas de televisión. Pero como canta Sabina en su canción, es persona antes que princesa.
En tercer lugar, te tengo que dar las gracias por tu benevolencia. El tópico dice que «se ha pasado tres pueblos»; y tú, como amigo, compañero y paisano, relatas que «me pasé dos pueblos». En realidad me pasó como a la paloma de Serrat, que iba para el Norte, se equivocó, y llegó hasta el Sur, con toda la «malafollá» que nos caracteriza. Somos «malafollás», pero nunca tenemos malaleche. En fin, no voy a seguir por este camino, no vaya a pasarme otro pueblo. Al fin y a la postre, aunque pobres, estudiamos en colegio de pago, y eso se nos nota. Personalmente, de vez en cuando, alguien me interpela con la pregunta:
-¿Tú has estudiado con los curas?
Yo, muy ufano, siempre les contesto:
-Sí, con los jesuitas, siete años interno.
Y a renglón seguido, apostillo:
-Pero no creo ni en ellos ni en la institución.
Así me va. Pues tan ricamente. Y ahora me voy a echar otro pitillito.
Un abrazo,
Antonio Pedrajas.

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