Nací en el 48. Mi madre siempre me dijo que fue el año de los cuellos anchos. Para los que no estén al tanto de aquellos años, la gente comía poco y los cuellos de las camisas quedaban algo holgados.
De mi infancia en la escuela maternal con las monjas de Cristo Rey recuerdo una frase que, con el tiempo, descubrí que la decíamos porque la oíamos así, sin saber el significado, pero que a nosotros nos servía:
—Madre, tengo ganas de hacer las «esaguas», mayores y menores.