Anónimos «granaínos» o viceversa

ADOJAL es una asociación almeriense a la que pertenezco y que me da ocasión para reuniones, excursiones, comidas y cosas así; cosas de jubilados. Aclaro para criptógrafos curiosos que estas siglas pertenecen a Asociación de Docentes Jubilados de Almería. Ni qué decir tiene que la inmensa mayoría somos maestros y maestras.

 

En una visita guiada a la Alcazaba, le comentaba a un compañero, de los que como yo han paseado la carrera por diversas provincias, este asunto nuestro de la página web y la posibilidad de hacer en Almería algo parecido, teniendo en cuenta que en Adojal estamos más de doscientos cincuenta socios; eso significa muchísimos años de experiencia y de experiencias en tiempos heroicos, desasnando zagales en cortijadas a las que todavía en los sesenta sólo se llegaba en mula. Pero no va el tema por ahí.

Le gustó la idea y quedamos en proponerlo a la Directiva, aunque es posible que por la edad no seamos muchos los que tenemos ordenador y haya que esperar a que se rejuvenezca el parque. Aun así, le he insistido a ver si él lo mueve, porque es un tipo influyente y tiene contactos. Hace unos días lo llamé por teléfono, le di nuestra página y se metió a curiosear.

 

Según dice, está encantado, aunque no conocer la Safa le priva de base para entender ciertos artículos. El tema de la rivalidad entre maestros que aparece en “La venganza del Alimoche” le llamó especialmente la atención, porque él conocía un caso así donde también hubo versos de por medio. La cosa ocurrió en un pueblo de Granada hace siete u ocho años y el otro día me contó por encima el follón. Hoy me ha llamado por teléfono para avisarme de que había encontrado los versos y me los mandaba en un “emilio”. Naturalmente nos hemos enrollado con el tema y me ha contado pelos y señales de todo lo que rodeó y sirvió de marco a los dichosos versos.

 

Yo le he propuesto que escriba él la historia y la mande, o se la mandaría yo, pero él me ha dejado esa responsabilidad, quedando a mi entera disposición para cualquier detalle. En fin, ésta es su historia muy resumida.

 

 

 

Un pueblo de la costa granadina, un colegio de dos líneas, una directora que lleva ocho o diez años en el cargo y un mar de fondo con las rivalidades, envidias, puerilidades y zancadillas que son norma en estos casos.
Los análisis confirman que la Directora padece una grave enfermedad, por lo que primero se le da un mes de baja, luego otro y otro, y por fin se jubila un par de años antes de tiempo. Se trataba de un cáncer de colon y se ha acudido demasiado tarde. Una historia corriente que termina trágicamente a los ocho meses de la jubilación.
Durante los primeros permisos le sustituye en el cargo el Jefe de Estudios. Se trata de un maestro en trance de pedir la jubilación Logse (y eso es lo que tenía pensado), pero le toma apego al nuevo papel y, cuando debe confirmar su petición, hete aquí que se vuelve atrás, en la seguridad de que al año próximo lo confirmarán en el cargo y cumplirá su viejo sueño de jubilarse como todo un SEÑOR DIRECTOR.
Este hombre, aparte de solterón, fama de bujarra y un pelín guarreras, tiene otras cualidades (pinta, hace manualidades, teatro…), la mayor parte estropeadas por una petulancia totalmente ridícula y para muchos odiosa; pero cuenta con algunos partidarios entre los más antiguos. Su labor como director fue, según mi amigo, continuista y poco relevante. No perpetró más delito que ser él mismo: autoritario, gritón, pedante y loco por colgarse medallas que sólo él ve merecidas.
Casi al final del curso se filtra la noticia de que la Dirección del Centro recaerá en la que es y ha sido desde hace años Secretaria del Colegio.
El espantoso ridículo del frustrado Director se agrava por el hecho de que tiene que aguantar otro año, por lo menos, currando con niños y, presumiblemente, de soldado raso. Si añadimos que tiene problemas con la vista y ‑dicen que‑ la tensión por las nubes, el cuadro está completo.
Por lo pronto, en esas últimas semanas, la relación aparentemente cordial que mantenía con la Secretaria y ya Directora in péctore se convierte en un trámite tenso, pero obligado por la gestión burocrática del Centro. En realidad, al sujeto en cuestión no se le ocurre qué ha podido ver la Delegación en esa muchacha para preferirla a él. Lo atribuye a manejos torvos y subrepticios de la nominada, y a la “homofobia carca” de siempre.
Mi amigo describe a la nueva Directora, con la que él estuvo sólo dos años antes de su propia jubilación, como una mujer más bien basta, muy pasada de báscula, amiga de chistes del color que fueran y con un marcadísimo ceceo bastante impropio de la carrera y del cargo. Trabajadora y zalamera con los demás, a los que entre bromas y chirigotas conseguía hacer trabajar, tenía sin duda muchas más simpatías entre el claustro y los padres que el despechado oponente.
El nuevo curso empezó, dice mi amigo, con una tensión que resultaba incómoda para todos. Desde el primer claustro, la actitud obstruccionista del malogrado ‑y ya imposible‑ Director motivó más de una llamada al orden de su jefa y ásperos murmullos de desaprobación entre la gran mayoría de sus colegas, que veían prolongarse los claustros en discusiones estériles y de tono desabrido. Naturalmente la cosa trascendió a los padres, que mostraron su preocupación por la forma en que el mal ambiente podría dañar a sus hijos.
En enero, el amargado sujeto no se incorporó a clase, mandando en su lugar y por correo una baja médica por un mes debido a su enfermedad ocular. Y dos semanas más tarde, también por correo, pero anónimo, llegaron sendas cartas a la Dirección, al Conserje y a varios maestros conteniendo este soneto:
ESTA CUTRE APRENDIZ DE MESALINA,
MIRADA DESDE ATRÁS, MEJOR POPEA,
CONSPIRA, URDE, TRAMA Y MANGONEA
Y MONTA UN AQUELARRE EN CADA ESQUINA.
OLVIDA QUE NO ES MÁS QUE OTRA INQUILINA
Y POSA DE HEREDERA Y DE ALBACEA.
QUE ES DUEÑA DEL CORTIJO QUIZÁS CREA
¡Y NI DE CORTIJERA QUEDA FINA!
MARITORNES DE BERZA EN ESCUDILLA,
ENGENDRO DE MANTECAS Y MORCILLA,
TREPADORA DE PRO Y PROTOPUTA,
LO QUE VALE TU HONOR BIEN CLARO DEJAS
PUES , POR UN TRISTE PLATO DE LENTEJAS
TE DA LO MISMO CABO QUE RECLUTA.
Fue un escándalo sordo. Nadie se dio por aludido ni se hicieron comentarios en público. Trascendió fuera como trascienden los secretos mejor guardados a base de “me he enterado de que… pero no se te ocurra decir nada”. Los observadores más perspicaces y avezados intentaron escudriñar en la siempre sonriente cara de la Dire cualquier síntoma de haber acusado el golpe, pero pincharon en hueso: nada de nada. Digamos que el tal soneto no había ocurrido a pesar de que algunos lo sabían de memoria.
La alusión al plato de lentejas podría deberse, según mi amigo, a una comentada salida que había tenido la entonces Secretaria, diciendo mientras se tragaba un pionono con delectación: “Yo antes de pasar hambre me meto a puta”.
El despechado no‑Director empalmó tres meses de licencias por enfermedad, durante los cuales se operó de algo de retina, paseó por el pueblo con gafas negras y confirmó su voluntad, ahora sí, de jubilarse ese mismo año en vista de que “ya no podría cumplir como su conciencia le exigía”.
Pensaron muchos que a buenas horas se acordaba de la conciencia, pues su habilidad para escaquearse del trabajo era proverbial.
Tras las vacaciones de Semana Santa, don Fulano se presentó en el Centro para incorporarse a su clase. En vano intentaron los maliciosos entrever en sus gestos algún indicio de culpabilidad o autoría del todavía recordado soneto. En vano lanzaron indirectas, guiños y medias palabras.
El presunto autor no daba pista alguna. Actuaba como si no tuviera ni idea de su existencia. La Directora se interesó afectuosamente por su salud, le dio la bienvenida y lo puso más o menos al día de los asuntos del Centro.
Por fin la paz había vuelto al Colegio. La cercana jubilación del elemento conflictivo parecía haberlo calmado. Incluso perdió su antipática prepotencia. Ahora los compañeros hablaban mejor de él y él empezaba a reconciliarse con el claustro, tal vez para no dejar mal sabor de boca.
A las tres semanas de ese idílico paisaje, llegaron al Colegio sendas cartas, todas con el mismo sobre y todas provenientes de Granada, para el Conserje, la Directora, nuestro amigo y cuatro más. La carta, pensada para que, sin ser una circular, terminara conociéndola todo el mundo, contenía estos versos:
OSTENTA EL JUBILATA DE ESTE CUENTO
UN PORTE PECHUGÓN DE “PRIMA DONNA”
QUE AL TONO DE SUS VOCES DESENTONA
PUES SON EN FONDO Y FORMA DE JUMENTO.
PRESUME DE ARTISTAZO ESTE ELEMENTO
DE MUSA TAN SIN GRACIA Y TAN RAMPLONA,
TAN FALTO DE ESTROPAJO Y DE FREGONA
COMO SUS POBRES CUADROS DE TALENTO.
SE JUBILA ESTE TAL DE NO HACER NADA,
APARTE DE LOS AÑOS, POR LOS OJOS:
ESTÁ DE LOS TRES OJOS “AFECTADA”.
PERO EL QUE MÁS LE DUELE ES EL POSTRERO,
PUES POR LADILLA, MUGRE, CASPA Y PIOJOS
SE JUBILA TAMBIÉN DE MAMPORRERO.
Como ya había ocurrido con el envío anterior, la cosa trascurrió en un silencio a voces y sin que nadie se diera por aludido. Incluir al Conserje en el correo parecía tener un móvil difusor, propagar la cosa entre el personal no docente con el fin de provocar más escándalo pero, al parecer, no sucedió así.
Al final de curso se le dio al “jubilata” su comida reglamentaria, se le dio una plaquita que elogiaba su trabajo y un reloj japonés.

 

‑Los sonetos los habían escrito ellos dos, supongo.
‑Me tiré dos años más en aquel Colegio. Infinidad de veces salió el tema y nunca se aclaró. Podríamos haber supuesto en los protagonistas la intención sarcástica, nunca se sabe, pero no les conocíamos habilidad alguna para los versos. Resulta un misterio. Uno que se jubiló conmigo decía que los dichosos sonetos eran obra de una tercera persona que quería divertirse con la trifulca.
‑Alguien del Centro, quieres decir.
‑Muy probablemente, pero cuando repasábamos uno a uno a los colegas los descartábamos a todos.
‑¿Y el Conserje?
‑¡COÑO! ¡No se me había ocurrido!

 

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Publicado en: 2006-02-04 (52 Lecturas).

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