Arepito sonríe bobalicón tras la ventana.
Le fascina el restallante sol asfáltico, allá, en lo más hondo del mediodía sureño.
Otros como él andan callejeando en la primevara.
Contempla fijamente el geranio reventón que cuelga en la terraza de enfrente.
Desde allí vino…
Nadie le llamó…
Lo sabe…