Por Mariano Valcárcel González.
¡Y cuántas mentiras nos han colado como verdades absolutas, incontestables, verdades establecidas ya como mantras!, especialmente esas que se condensan en unas pocas palabras a modo de máximas y lemas que son fáciles de asimilar y recordar. Pequeños proyectiles ideológicos con carga letal.
El mercado se regula por sí mismo, mentira falsa donde las haya. El mercado suele ser regulado por quienes tienen el poder de hacerlo, que en general son los que tienen el poder económico o detentan los medios de control del mismo. La ley de la llamadaoferta y demanda, que sería el cuerpo de esa regulación mercantil, sirve para las pequeñas transacciones o en casos de situación extrema, cuando todas las estructuras y relaciones se han deteriorado y ya solo sirve el sálvese quien pueda, darwinismo puro y duro.
Lo barato siempre sale caro, que se confunde con aquello de: el dinero del mezquino siempre anda el mismo camino, lo cual no es exacto. Se nos incita al gasto y al consumo de ciertos productos o servicios que tienen marcas afamadas y reconocidas y que son publicitadas como exclusivas, caras por lo tanto, porque se suponen de excelente calidad. Nada más inexacto, que te cuelan gato por liebre en bastantes ocasiones. Y así lo modestamente fabricado y honestamente ofertado, de calidad, es despreciado, asegurándose que nunca estará a la altura de los productos antes dichos. Lo que no quiere decir que no existan productos o servicios de los que hay que huir por manifiesta o intuida poca calidad (ejemplo, bazares chinos).
El que quiere, puede, fórmula de autoconsuelo o de fomento de la autoestima que en nada se compadece con la realidad. Así que argumentar, por ejemplo, que en Estado Unidos (u otro lugar capitalista) el que trabaja duro triunfa, es una falacia atroz para justificar que algunos, por los medios que hayan habilitado o existido en su favor, logran el triunfo económico o social. Son unos pocos, porque demasiada gente queda en la cuneta, lo cual es consecuencia lógica, pues todos no podemos estar en el pódium.
Bajar los impuestos mejora la economía, a caballo de lo de la regulación del mercado. Dicen que es el mejor dinero el que se tiene en casa y se da por supuesto que se sabrá emplearlo adecuadamente. Mentira a medias, que bueno es tenerlo, pero dudoso el que se le dé buen empleo y menos en beneficio de los demás. Lo que se pretende es evitar la solidaridad, que es verdad; empieza por uno mismo (no he puesto caridad a propósito), pues lo que beneficie al común, beneficia al particular. Distribuir los impuestos de forma progresiva no detrae la economía, pues el que tiene puede pagar sin arruinarse; ya está acostumbrado a dilapidar vida y hacienda con soberana arbitrariedad.
Mejor no meterse en política, por desgracia los políticos actuales hacen poco para desbaratar este consejo, mas -por lo mismo- dejar la política en manos de ineptos es dejar que las cosas del bien común (al fin y al cabo ese debería ser el fin político) estén cada vez peor. Como la política en realidad nos afecta en todos los aspectos de nuestra vida, sea individual o colectiva, mejor enterarse de lo que se cuece, intervenir en lo que se cuece o controlar muy corto a quienes nos lo cuecen. Ya lo dijo el general, porque la política la manejaba él.
Por el Imperio hacia Dios, lo cual nada decía, pues ni ya había imperio ni el bendito Dios estaba por esperar que se montase para que le llegasen los fieles. Eso lo sabían los del eslogan y procuraban que, a falta de pan, hubiesen tortas (reales o virtuales) y la grey fuese caminando hacia los rediles eclesiásticos como medida preventiva.
España es un Estado Social y de Derecho, ahí queda eso. Ni lo comento.
Los sistemas como el de la antigua URSS no eran el verdadero comunismo, otra verdad piadosa para enmascarar el fracaso del leninismo / estalinismo / maoísmo / castrismo / chavismo y demás subgéneros de la interpretación marxista en realidad, como desviación del supuesto tránsito inevitable desde una sociedad, economía, burguesa a la utópica sociedad igualitaria socialista.
El buen salvaje, modelo de situación inmaculada de la criatura humana sin perniciosa influencia de la posterior evolución social y cultural, que la malea. Ha dado lugar esta concepción a erróneas teorías y prácticas, tanto pedagógicas como políticas, acabando in extremis en un anarquismo idealmente igualitario donde tó er mundo é güeno. Confluyen así los de la anterior fórmula con los de esta, en una versión comunista / libertaria (no muy apreciada por la ortodoxia).
La mentira tiene las patas muy cortas, nos están demostrando día sí y otro también que estamos, precisamente, en el reino de la mentira. Y la admitimos y la tragamos fácilmente (aún a sabiendas a veces que son flagrantes mentiras, pero nos convienen). Se miente por sistema hasta en los juicios donde un testimonio ha de ser verdadero por ley, y tan campantes; aquello de la verdad siempre se sabe nos queda como consuelo del perdedor.
La mejor educación sexual es no darla, método ideal del meter cabeza en agujero, para así eliminar un tema que existe, pero que no se quiere admitir; sería aquello, también falaz, del muerto el perro se acabó la rabia con que zanjamos bastantes de los problemas que nos molestan. Luego, como la vida sigue, cada cual se apañará para saber y hacer sexualmente como dios o sus acólitos les den a entender (y a cargar con las consecuencias).
Masturbarse frecuentemente da ceguera, vaya que lo temíamos, porque masturbarnos nos masturbábamos, unos más, otros menos. Los que llevábamos gafas ya podíamos estar en el punto de mira tras la fatal sentencia.
Durante el periodo ni lavarse el pelo ni ducharse, y ahí estaban las pobres féminas aguantando los días señalados, en realidad como impuros; claro, con esas costumbres tan poco higiénicas, las mujeres tenían todas las de perder.
Mirar de cerca la tele afecta a la vista, que se nos advertía a los chiquillos que, cuando empezaba este trasto, nos quedábamos extasiados frente a la caja tonta; más por no tenerla tanto tiempo enchufada, que gastaba corriente. En realidad, ahora habría que advertir en los efectos muy perniciosos que mirar ciertos programas están causando entre nuestras gentes, especialmente los jóvenes, verdaderos embrutecedores de las mentes y de las conciencias, y por alcance de la actual y futura sociedad.
El último día solo estarán junto a Dios los doscientos justos elegidos, lo que, primero y dada la cantidad de personal que vivió, vive o vivirá en este planeta es cantidad muy escasa de privilegiados; segundo, que no merece la pena ni penar ni laborar en pos de la bienaventuranza, dada la racanería de las plazas ofertadas; tercero, que saber cuál será ni el día ni la hora y entonces cuán largo me lo fiáis, que escribió el dramaturgo.
La Tierra es plana, bueno, debería sernos más que claro que esto es una barbaridad a la altura en que estamos, pero siguen existiendo mentecatos y botarates que se agarran a cualquier cosa para aguantar sus ideas religiosas / arcaicas. En esto van al par que los antivacunas y demás ralea perniciosa para la salud no ya suya (que cada cual es libre de enfermarse como quiera), sino de los demás.
Y otras muchas barbaridades que recordaréis.