Por Manuel Jurado López.
ESPEJOS
Es posible que las puertas secretas
no oculten más misterios que la vida.
Ni el cielo ni el infierno –ni la muerte-,
solo la vida en su crudo milagro;
sin profetas, sin himnos: sucesión
de espejos similares, con el rostro
cambiante de un hombre que se despide,
poco a poco, de sombras parecidas.
En el último espejo, cederá
la puerta y una torre de ceniza
se vendrá al suelo con un soplo
y lamerán las olas su silencio.