09-03-2012.
Era triste comprobar la soledad del Ágora a aquella hora. El joven Menón deambulaba en busca de epígonos con quien charlar un rato sobre las incógnitas de esa insondable ecuación que es el Universo. En una esquina de la plaza, abstraído y silencioso como siempre, debajo de un olivo, estaba Sócrates. Menón fue al encuentro del filósofo.
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