Carta abierta

2 de mayo de 2005.
Querido abuelo Jesús:
Papá dice que no debe funcionar muy bien el correo, cuando un escrito tuyo de fecha 30-01-05, nos ha llegado ahora, hace unos días, a la página web: “Mis últimos deseos”. Y como papá está un poco enganchado en eso de mirar casi todos los días la página web, aasafaubeda.com, enseguida lo ha leído.

Abuelo, lo he escuchado, dice papá que no está de acuerdo, y yo tampoco lo estoy. Verás, abuelo, que no estamos de acuerdo en que sea frágil y sin fundamento ese deseo tuyo de llegar tranquilo y sereno al final y tener una acogida amorosa por parte de Dios.

Abuelo, un poco antes de que yo fuera una estrella que quería ser niño, un poco antes de que yo rondara el corazón de mamá, tú, abuelo, ya tenías hechas las maletas, abuelo. Tú sabes muy bien cómo van cargadas. ¡Qué equipaje! Pero el pasaje no te ha llegado aún, y todo este tiempo de propina, qué bien lo estás aprovechando abuelo, para hacer lo que siempre hiciste: amar.

Con cuánto amor me diste con tu bendición, abuelo, poniendo tu mano sobre mí, yo en el vientre de mamá. Y meses más tarde, cuando con tus manos, mariposas inquietas, me cogías sobre tu regazo estrechándome sobre tu pecho y con todo el amor me hacías escuchar las campanas de tu corazón.

Luego tus cariñosísimas cartas, tus besos por teléfono, abuelo yo sólo soy una muestra de tus días de propina, así que no uses solamente las avecillas como motivo. Yo, abuelo, no te susurraré al oído, sino que te lo gritaré con todas mis fuerzas: no estás sólo, Dios amoroso te espera. Y que no estás solo, fíjate cuántas manos aprietan las tuyas, tus Lara, Márquez, Arévalo, Ferrer, Dionisio… Quieres que te nombre a los del 64… Lo sabes. Pero qué digo, abuelo; sería interminable hacer una lista de la gente que te quiere y que aprieta tus manos. Abuelo, te quiero.

Manuel Jesús.

04-05-05.

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