Querido Dioni:
Aunque la correspondencia no sea uno de los placeres que frecuente con más asiduidad, la urgencia de tus cartas no me deja más salida decente que estas precipitadas líneas.
Antes de nada mi agradecimiento por el calor que me aporta la constancia de tu amistad y por el libro de recuerdos que me enviaste antes de Navidad. Durante unas horas de bulémica lectura reviví atmósferas, sentí mañanas de primavera andaluza y olí la campiña de Úbeda que creía lejana. Gracias por esos minutos de placer.
Acabo de volver de vacaciones. Como cada año mi mujer y yo recargamos pilas en las playas de Torrevieja donde compartimos mesa y amistad con José Lorite que nos visita cada fin de semana.
Y así nos vamos acercando a ese mes de septiembre que nos propones para la reunión de Úbeda. Mes ese de ajetreada actividad en el mundillo de la edición al que me han traído los senderos del comercio. Imposible robarle a mis deberes profesionales tan siquiera sea un día. No estaré pues entre vosotros.
Pero más allá de esas contingencias de calendario y lugar, y en nombre de la lealtad, debo confesarte que siento una cierta reticencia frente a reuniones de esta índole. Cada encuentro con compañeros de colegio ha sido motivo de alegría en la espontaneidad del contacto y el sentimiento de algo compartido que ha atravesado el tiempo conservando toda su frescura. Muy distinta me parece —o se me aparece— la reunión de grupos.
El colegio fue para cada uno de nosotros una etapa fundamental —en el sentido etimológico— que ha condicionado en gran parte nuestras vidas y al que debemos mucho de lo que cada cual ha construido. Pero fue eso: una etapa a las que se fueron sumando otras.
Vivo la memoria en el placer del recuerdo pero sin la desesperanza de la nostalgia.
Si un día se concretiza una fundación para crear una beca, premiar un trabajo… para crear futuro sin resucitar pasados… me gustaría que contaras conmigo.
Transmite a todos y a cada uno mi «colegial» abrazo con la esperanza de que este desencuentro sea un buen pretexto para reanudar lazos.
Y para ti, amigo Dioni, un fuerte abrazo con el ruego de que me sigas dando noticias.
Hasta pronto.
Manolo.
29-03-10.
(43 lecturas).
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