21-06-2010.
Visita organizada por el Museo Arqueológico de Úbeda.
Autor del texto y comentarista de la visita, Juan Ramón Martínez Elvira.
Autor de las fotografías y director del Museo, José Luis Latorre Bonachera.
CALLE MONTIEL
Comenzamos esta primera ruta por el barrio de San Pablo desde lo bajo de la calle Montiel, llamada así ya desde el siglo XV, porque conducía al postigo de muralla de ese mismo nombre, luego denominado de la Coronada. El primer gran edificio que encontramos es un soberbio palacio plateresco, de comienzos del XVI, del que no se tiene documentación alguna. Junto a él se abría un callejón que llegaba hasta la actual calle Cervantes. Otro, llamado del Estudio, arrancaba también en la acera de enfrente hacia el callejón de ronda de la muralla.
Estuvo dedicada la calle al escritor, abogado y político Melchor Almagro Díaz, nacido en Granada en 1850.
PLAZA DE SANTA TERESA
Llegados al ensanche natural provocado por la puerta de la Coronada, nos encontramos con el convento de Carmelitas Descalzas, quienes accedieron aquí desde otros lugares de Úbeda en 1608. Tardó en levantarse la actual edificación, pues no sería hasta octubre de 1673 cuando se trasladara a su iglesia al Santísimo Sacramento. Especial veneración tuvo en ella la imagen del Jesús Nazareno, cuya fiesta costeaba el propio Ayuntamiento.
Antes de la llegada de las carmelitas, el callejón de ronda (en el que se insertaba la calle de los Linares y que accedía a la puerta del Losar) se hallaba expedito.
PLAZA DE JOSEFA MANUEL
Doña Josefa Manuel de Hoces y Aguayo, mujer primero de don Luis de la Cueva Carvajal y luego de don Francisco de Carvajal y Mendoza, da nombre a la siguiente plaza. Había nacido en Córdoba en 1665. A la edad de dieciocho años vino a Úbeda para casar con don Luis. Este era descendiente de don Alonso de la Cueva, primer señor de Bedmar y primer personaje que da su nombre a esta plaza. Don Alonso había participado en la famosa batalla de Villalar (1521), haciendo prisionero al toledano Juan de Padilla, uno de los tres jefes comuneros.
La plaza fue tomando sucesivamente los nombres o los títulos de sus descendientes. En el siglo XIX sería llamada «de la Administración». También se la conoce popularmente como la de «El jodeño».
CALLE DE LAS VENTANAS
La calle Ventanas es uno de los dos callejones de ronda que se conservan. Delimitada a un lado por la muralla y, al abundar en el otro más ventanas que puertas, recibió por ello este nombre. También se llamó «de la Imagen» (tal vez Nuestra Señora Coronada) y hasta es posible que fuese una de las “callejuelas” englobadas bajo el nombre genérico de «Jurado Estremera».
PLAZA DE LA AGUARDENTERÍA
Pasamos inmediatamente por el lugar donde antaño estuvo la plaza de la Aguardentería, llamada así porque acogía a la Casa del Aguardiente desde 1696 al menos. Durante el siglo XIX comienza a ser conocida también como Plaza de Santa Catalina, en recuerdo, evidentemente, de la inmediata iglesia jesuita.
CALLE DE LA COMPAÑÍA
Y es que, en efecto, el templo de la Compañía de Jesús ‑orden esta que da nombre actual a la calle‑ recibió dicha denominación, heredada de la antiquísima y pequeña ermita de la que tomaron posesión los de San Ignacio en 1581. Dado el desnivel de la zona, la ermita se asentó sobre un podio con gradas, conocidas estas como las «de Santa Catalina». Frente a ellas había una plazoleta llamada de «los Tiradores». Y detrás corría el callejón de Santa Ana. Sobre dicha ermita y el solar colindante del Pósito Viejo, además de otros terrenos, se levantaría a partir de 1599 su iglesia, de la que aún quedan restos en lo que hoy son unos locales comerciales. Lindando con el templo estaban el Colegio, fundado en 1593, en el que se enseñó Gramática y Latinidad, y las propias dependencias conventuales. Con la expulsión de la Compañía en 1767 todo acabaría consumido.
Desde las últimas décadas del XIX, lo que fuera iglesia de los jesuitas se convirtió en el lujoso Casino Antiguo.
Después de la última guerra civil, la calle pasó a llamarse de Calvo Sotelo.
CALLE DE BAILÉN
De la actual calleja llamada de Bailén hay constancia a finales del siglo XVIII, aunque carecía de nombre específico. Ni que decir tiene que está dedicada a la famosa batalla en que el general Castaños derrota a los franceses. Tal vez fuera antes la “del Tinte”, que en principio no tenía salida.
CALLE DEL OBISPO CUEVA
La calle hoy dedicada al obispo Cueva recibió primero (1575) el nombre de «Doña Elvira», hija de don García Manrique, sobrino de Beltrán de la Cueva, y mujer del regidor ubetense Fernando de la Puebla. El apellido Manrique sirve de sustento denominativo a la calle hasta irse fundiendo con el De la Cueva, personalizado este, fundamentalmente, en don Lope de la Cueva, primer Conde de Guadiana. Luego, viviendo ya este en el palacio al que da nombre, la calle se llamó reiterativamente hasta 1884 «de la Condesa»El obispo a quien está dedicada desde 1885 debió ser don Alonso de la Cueva (1572-1655), Marqués de Bedmar, Embajador de España (implicado en la llamada Conjuración de Venecia), Obispo de Oviedo y Cardenal de la Iglesia Romana desde 1619. Pero creemos que no tuvo relación alguna con esta calle. Sólo que fue confundido con un clérigo del mismo nombre que vivió aquí en el siglo XVIII.
Por lo demás, vecinos famosos de esta calle fueron Álvaro Hernández, primer prioste de la Cofradía de Jesús Nazareno; los Latorre, fundadores de la capilla del Alba de San Pablo; y el escultor alcalaíno Manuel del Álamo. Además, aquí estuvo, durante varias décadas del siglo XVIII la casa del Alcalde Mayor.
CALLE DE LAS PARRAS
La última calle de nuestro recorrido es la de Las Parras, cuajada de hitos históricos, pues en ella estuvo la Casa de la Inquisición (aún existente), la Cárcel Episcopal o de Corona y el Hospital de Santa Marina (tal vez ubicadas ambas instituciones en el inmueble que aún conserva su portada plateresca). Se perdió la Casa de la Torre del Canónigo Cazorla, pero aún queda, como la mayor muestra arquitectónica de la calle, el mal llamado Palacio de los Porceles, obra manierista del XVI.
De todos sus vecinos, el de mayor relevancia es sin duda Ambrosio de Villarreal, el cirujano que curaba a San Juan de la Cruz. Otros importantes fueron: el cantero Diego de Alcaraz y el Capellán Mayor del Salvador, don Andrés Cuevas de las Vacas.
La segunda denominación que se dio a la calle estuvo dedicada a la memoria del Alférez Antonio Bravo López, muerto en África en 1921, tras defender con arrojo su posición.
Excelente artículo que agradezco de corazón a sus autores. A pesar de los años vividos en Úbeda , y de las veces y veces que he recorrido estas calles, todo me resulta novedoso. En su momento, carecía de las referencias históricas tan profusamente detalladas en este artículo. Por eso, me gustaría volver a recorrerlas, «en vivo y en directo» teniendo como cicerone a nuestro compañero Juan Ramón. Sugiero que podría ser una de las actividades a desarrollar en nuestro encuentro para nuestra próxima asamblea. Me encantaría.
Un fuerte abrazo