Nos habla de Isabel de Dávalos, que era una niña de Úbeda que la pusieron a servir con Dª Urraca de Osorio como dama de compañía. Al mandar Pedro I quemarla en la hoguera, aquella, al verle las piernas a su ama, se echó sobre ella y ambas murieron calcinadas. Gracias a la muerte de esta paisana, los ubetenses se pusieron de parte de Enrique II.