“El tercer hombre”

 

En la tarde-noche del 22 de octubre de 2015, los cinéfilos habituales nos acercamos pausadamente al Hospital de Santiago de Úbeda para visionar la tercera película del ciclo “Orson Welles. 100 años de luces y sombras”: “El tercer hombre” (The Third Man, 1949), en donde lo veríamos más como actor que como director, como nos aclaró Juan en su breve disertación del principio. La temperatura ya era otoñal, aunque suave, por lo que acompañaba ir a la sala oscura para transportarnos al fantástico mundo de los sueños y las realidades recreadas o inventadas por grandes cineastas.

Juan nos explicó que le ofrecieron -a Orson Welles– los derechos de esta película, lo que le hubiera reportado mucho dinero; pero lo declinó, pues -como todo buen artista visionario- lo que quería era realizar nuevos proyectos y obras cinematográficas y no vivir de las rentas, como un vulgar administrativo o político. Es un filme realizado en blanco y negro, basado en la adaptación de una novela homónima del afamado escritor Graham Greene. Curiosamente, la peli salió mejor parada que la novela. El guión es de Graham Greene, adaptado con aportaciones de Alexander Korda y Carol Reed. La película describe la perversidad de un hombre siniestro y diabólico, que aborrece a sus semejantes y quiere convertirse en un personaje poderoso.

La historia es sencilla, aunque intrigante. Holly Martins(Joseph Cotten), un escritor norteamericano mediocre de novelas del oeste, viaja para visitar a Harry Lime (Orson Welles), su amigo de la infancia que le ha prometido buscarle trabajo, en la ciudad de Viena, en 1947, destruida por la segunda guerra mundial y dividida (como Berlín) en cuatro partes donde mandan, respectivamente, rusos, americanos, ingleses y franceses, con el lío de lenguas y los distintos puntos de vista y costumbres de cada nacionalidad mencionada. Cuando llega a casa de Harry Lime, se encuentra que ha muerto y lo están enterrando, por lo que se acerca al cementerio y allí conoce a los personajes que a lo largo de 104 minutos van a desarrollar una trama intrigante, en la que el espectador supone que hay gato encerrado en este asesinato. En esa investigación, se cuela la bella novia de Orson Welles (que como dijo Juan «Es guapa y actúa muy bien, también»), de la que quedará enamorado y toda la película será tratar de conseguir su amor; aunque se ve que a la bella italiana se le ha fijado mentalmente Orson Welles y no hay quien se lo quite de la cabeza. No es extraño que una chica guapa y seria termine locamente enamorada del hombre más soñador y sinvergüenza que conozca.

El jefe de la policía militar británica le hace saber a Martinsque Lime estaba implicado en el mercado negro. Pero aMartins no le cuadra un detalle: todos dicen haber visto a dos hombres en el lugar del atropello, intentando ayudar aLime; pero un testigo asegura haber visto a un tercer hombre…Así va transcurriendo el filme, mientras vamos conociendo la Viena semidestruida de la superficie y las laberínticas y extensas cloacas en las que se va a desarrollar parte de la trama.

En este filme podrían destacarse tres niveles y tres escenas importantes. El primero está en las alturas de la noria, en donde Harry Lime dice a Holly Martins: «Si miras desde aquí a los hombres, parecen hormiguitas; qué más da una más o menos…», pero cada hormiguita tiene su esperanza, su amor, sus cosas…; el segundo está en la superficie, donde se produce la supervivencia del hombre, con dos escenas cinéfilas que la remarcan, cuando Harry Limeaparece entre sombras bajo un portal, porque el gato le descubre; y la escena final de la película, que es el desencuentro más explícito jamás filmado; y el tercer nivel es el submundo, en donde se halla el infierno. Allí sólo hay huida, peligro, miedo y muerte. Es donde aparece la tercera escena más lograda del cine: esas manos queriendo salir de la muerte, aferrándose a la vida como es el instinto primario del ser humano.

“El tercer hombre” tiene muchas historias, pero podemos resumirlas en el binomio amistad-traición, bajo la soberbia dirección de Carol Reed, como uno de los más lúcidos estudios sobre el egoísmo, el cinismo y la maldad del ser humano, planteándonos el terrible dilema moral de tener que escoger entre la fidelidad y lo éticamente correcto. Y, si a eso le agregamos la impresionante fotografía expresionista de Robert Krasker; los míticos planos inclinados asociados a la duda; el sensacional montaje; los silencios y ecos que estallan en nuestros oídos; la inmortal cítara de Anton Karas, más un espléndido reparto en estado de gracia, es lógico que salga una obra maestra imperecedera. Y si encima está patrocinada y producida por dos reyes del marketing como sonDavid O. Selznick y Alexander Korda, hace que el éxito esté asegurado.

Los personajes principales quedan bien definidos: Anaencarna la lealtad al amante; Lime la perversidad y la locura; y Martins la mediocridad, ahogada en alcohol, y una ambigua fascinación por Lime. Lo más llamativo de la película, quizás por ser lo más conocido y repetido, sea su banda sonora, en especial esa música que todos conocemos y tatareamos en repetidas ocasiones y que se escucha de fondo en algunos programas televisivos o radiofónicos; por eso, el amigo sabioteño Martín, sastre y trompetista, me recordó las veces que la había tocado en ferias y fiestas con su amado instrumento.

Y la película termina donde empezó: en un cementerio, donde nuevamente se está enterrando a alguien y donde la bella dama se marcha a lo largo de un largo camino arbolado, en el que demuestra su primera y férrea decisión. Una escena final larga, pausada y amarga que nos muestra que en la vida -a veces- no podemos escoger ni a nuestros amigos, ni a nuestros amores, ni nuestras aventuras.

A la salida de la proyección, ya paseando, Juan nos contó que la escena final fue acortada con un The end esperado, antes de que la muchacha se cruzase con su auténtico enamorado en la salida del cementerio…

Úbeda y Sevilla, 20 de enero de 2020.

fernandosanchezresa@hotmail.com

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