Por poco se empieza

Perfil

Por Mariano Valcárcel González.

No recuerdo bien (más bien mal) aquella cita de Bertold Brech que decía algo así como: «Vinieron a buscar a…, y me quedé en mi casa; luego vinieron a por…, y me quedé en mi casa; más tarde fueron a por… (y así seguido) hasta que finalmente llamaron a mi puerta».

Sí; poco a poco van sucediendo cosas que nos parecen nimias o que creemos que no nos pueden afectar, que no nos alcanzarán a nosotros. Por eso, nos quedamos quietos en nuestras casas, en nuestras seguridades. No, no somos valientes; menos aún, temerarios. Esperamos que todo transcurra sin llegarnos siquiera a rozar. Total, ¿nosotros qué hemos hecho?

Eso mismo se debieron preguntar tantos y tantos inocentes que, en diversas épocas y circunstancias -al final-, fueron encarcelados, masacrados. No podemos olvidar aquello, tan cínico y atroz: «Si son culpables, Dios los castiga; si son inocentes, Dios los salvará».

Muchos de los tirados en las cunetas, que ahora ni siquiera van a poder aspirar a ser descubiertos, eran inocentes o relativamente culpables, pero sufrieron el paso de los ejecutores indiscriminados; total, si eran inocentes de graves crímenes (culpables de ser republicanos o rojos o desafectos se daba por descontado), serían salvos eternamente. Al igual que otros que también fueron sujetos de los ciegos justicieros por el mero hecho de ser de derechas, o religiosos o desafectos; aunque de estos sí se localizaron fosas y se exhumaron restos. Hasta en la muerte existen las diferencias, aunque haya alguien que lo niegue. Ni en la muerte hay concordia.

Bien; van sucediendo cosas que aparentemente no dicen nada, que no son nada; pero…, por ello se empieza.

Se empieza pidiendo listados, nombres y apellidos, datos personales, direcciones, actuaciones y empleos, adscripciones. Por ahí se empieza. Aparentemente, para obtener informaciones que, en sí, no debieran ser peligrosas para nadie; porque hay una realidad evidente del caos y de la ineficacia de la estructura administrativa y funcionarial. Y la confusión es casi absoluta.

Por poner un ejemplo, en el ayuntamiento de mi ciudad llevan años y años intentando aclarar el organigrama de los puestos de trabajo y sus funciones, incluido el número de empleados (sean funcionarios fijos, interinos, personal contratado fijo o eventual) y donde se ubica cada uno. No se extrañe nadie; había un funcionario que llevaba más de un año sin acudir a su puesto de trabajo, pero cobraba su sueldo religiosamente.

Así que intentar aclarar honestamente la situación de las estructuras de gobierno y administrativas de las autonomías (¡cuán necesario en la andaluza!) y el gobierno central es ya cuestión indispensable. Que se intente tal ciclópea labor, dice bien de quienes ello persiguen.

Sí; organigramas de consejerías, estructuras territoriales, determinación de órganos paralelos que escapan al control establecido para los demás, consorcios, mancomunidades, etc., etc., son muy necesarios que sean auditados en su totalidad; su necesidad, eficiencia, presupuesto, personal adscrito y bajo qué condiciones. Se necesitan, ¡cómo no!, listados de personas afectadas o implicadas y sus situaciones administrativas (incluido el acceso a esos puestos).

Pero listados que solo den los datos más imprescindibles, nombres y apellidos y situación laboral. Nada más. Luego, con los datos y números en las manos se podrán adoptar las medidas de saneamiento y optimización tan necesarias en todos los departamentos, sean regionales, provinciales o municipales.

Decir que lo anterior es lo que se persigue, pero exigiendo todo lo que identifique ampliamente a las personas (lo que incluiría inevitablemente su perfil político y el peligro que ello puede conllevar, dada nuestra historia); pero, además, limitado a ciertos organismos o actividades muy relacionados con la orientación sexual, la libertad de identidad de género o la lucha contra la violencia de género, especialmente la que se da contra la matanza machista que se expande; todo ello, con un excesivo tinte e intención censoria a la vieja usanza nacional-católica, es de una parcialidad y un peligro muy evidentes.

Conociendo los antecedentes, inquieta demasiado esta parcialidad que no busca regenerar y sanear la estructura anquilosada y viciada de tantos años de monopolio cómodo, de quienes se consideraron dueños del cortijo. Y, tampoco, evitar casos semejantes posteriormente.

Por eso escribo lo del inicio. Porque nos quedamos pasivos y a la espera de ver pasar los acontecimientos en los demás, en la creencia de que nunca nos llegarán a nosotros. Pero, ¡ay!; se empieza por poco y se llega a lo más cruel. En la Alemania de Weimar, transformada en el III Reich, se fueron dando pasos de gigante hacia el horror y todo se consumó; cotas de injusticia e inhumanidad llevadas hasta sus extremas consecuencias.

Si los partidos políticos ceden, si los tribunales ceden, si la sociedad civil cede, estos comienzos de apariencia inocua irán tornándose en otras imposiciones, controles y hasta leyes que podrían desembocar en la cancelación de las libertades, tal y como ahora las hemos llegado a vivir. Entonces, quien se atreva a escribir o a manifestar una opinión, como la que acá muestro, estará listo para formar nuevos contingentes de muertos en las cunetas.

marianovalcarcel51@gmail.com

Autor: Mariano Valcárcel González

Decir que entré en SAFA Úbeda a los 4 años y salí a los 19 ya es bastante. Que terminé Magisterio en el 70 me identifica con una promoción concreta, así como que pasé también por FP - delineación. Y luego de cabeza al trabajo del que me jubilé en el 2011. Maestro de escuela, sí.

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