Evocadora foto

La foto que acompaña a este artículo me llegó, por correo electrónico, gracias a mi amiga y compañera Mª Carmen Contreras Jiménez (promoción magisterio 70-73 de Úbeda, Jaén), con el expreso deseo de que se publicase en la web http://www.aasafaubeda.com/, junto a unos sabrosos comentarios que yo reelaboro en este artículo. Al caer este regalo en mis manos, me sentí impelido a transcribir lo siguiente.

Como el tiempo va colmando las pozas mentales de la nostalgia y la melancolía, anegándolas de emotivos y sutiles recuerdos, su visión me causó un potente proceso evocador, trayéndome infinidad de vivencias y sensaciones archivadas y dormidas en el disco duro de mi cerebro. Entonces mi memoria a largo plazo se disparó como un kaláshnikov, juntamente con mi imaginación, y ya no hubo posibilidad de pararlas. Al ser una foto antigua, el tiempo se había asentado en ella con la preeminencia que el blanco y negro despierta frente al color, lo que me provocó tantos y tan variados sentimientos dormidos que asumí, en propia carne, las palabras del poeta romano Virgilio: Tempus fugit (‘El tiempo huye, se escapa, vuela’).

Recuerdo que algunas compañeras formaron primeramente un equipo de baloncesto, siendo el hermano “Titos” el responsable del deporte por aquel entonces, hasta que en segundo curso de magisterio o, tal vez, a finales de primero, alguien de Bailén (Jaén) se puso en contacto con este competente entrenador para ver si podían formar ellas un equipo de fútbol femenino y participar en alguna fiesta que se celebraba en dicho pueblo. Y aprovecharon la ocasión que se les brindó para apuntarse, tanto las componentes del equipo de baloncesto como alguna más de las compañeras de nuestro curso (promoción de magisterio 70-73). Creo que prometieron darles un premio en metálico, si ganaban, aunque, la verdad, no tenían ni idea de fútbol; pero ellas, valientes e ilusionadas, allá fueron. Al final, ganaron, pues la diosa Fortuna les sonrió, metiendo un gol su intrépida delantera, Antonia Poyatos; y se trajeron su orgullo por las nubes y el dinerito prometido, aunque el segundo ya se encargó el hermano “Titos” de gastarlo en comprarles cosas necesarias para el equipo de baloncesto. Probablemente las invitase a alguna cervecita, pero de eso ya no me acuerdo. ¡Han pasado tantos años!

También quiero rememorar el partido de fútbol femenino celebrado entre primero y segundo de magisterio (o entre las dos secciones de primero), cuyo resultado no recuerdo; pero sí el buen ambiente que despertó, casi como si jugase hoy el equipo nacional en la Eurocopa de Francia. Era tanta la expectación que levantó, que todo el mundo corría a colocarse en las gradas de lo que hoy es el campo de fútbol ubetense, o junto al propio campo, para no perderse ningún detalle del juego y de las bellas jóvenes jugadoras, que eran admiradas no solo por todo el alumnado de magisterio sino por los de oficialía y maestría, que también se sentían atraídos por ellas, pues no tenían féminas en sus clases. Unos y otros no perdían la ocasión de tener cualquier encuentro, fortuito o intencionado, con estas y otras muchachas de magisterio; incluso, de aquellas coincidencias (y otras), salieron varias parejitas…

Supongo que todas las componentes vivas de este equipo futbolero tendrán muchas más anécdotas que contar a sus consortes o parejas, amigos, hijos e incluso nietos. Ésta puede y debe ser una estupenda y propicia ocasión para limpiar, mediante el dulce recuerdo, esa pátina que el tiempo y los años han ido creando en sus vidas. ¡Felices tiempos aquellos!

Por eso, ahora se me repiten mentalmente, una y otra vez, los primeros versos de la “Canción del otoño en primavera”, de Rubén Darío:

“Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro…,
y, a veces, lloro sin querer…”.

Anoto, finalmente, los nombres y apellidos de este aguerrido equipo femenino de fútbol de 2º de magisterio (curso 1971-72), en el que dos de sus componentes, por desgracia, marcharon al cielo de los justos por culpa del cruel destino.


Arriba, de izquierda a derecha: Paqui Cobo Ruiz, Mª Carmen Contreras Jiménez, Adelaida Rodríguez Silva, Mª Pre Lechuga Álvaro, Carmen Cañadas Sánchez y Ana Teresa Vera Delgado; y el entrenador, hermano jesuita, José Arcángel Titos Cegri.

Abajo, de izquierda a derecha: Conchi Romera Sánchez, Encarnita Martínez Mata, Isa Cruz Torres (q.e.p.d.), Antonia Poyatos Moreno (q.e.p.d.), Isi Rodríguez Silva y Maika Ruiz Navarrete.

Úbeda, 20 de junio de 2016.

fernandosanchezresa@hotmail.com

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