Monstruos descabezados con coronas
de flores, bailarinas sin caderas,
los brazos de serpientes, generales
abiertos como libros o corderos
en las carnicerías de la kasbah.
Y tú pasabas hojas y medallas
y trenzabas las largas cabelleras
de los monstruos y adornabas el vientre
de las bailarinas con rosas negras.
Yo buscaba entre los despojos una
rosa negra, una cinta o una página
en sabe Dios qué noche o en qué sueño.