Adelante, «Jaén»

Presentado por Manuel Almagro Chinchilla.

En este artículo, Ramón Quesada vive con expectación la enajenación del Diario Jaén. Se trataba de la venta o subasta de la prensa nacional adscrita al antiguo régimen, “La cadena de medios de comunicación social del Estado”, el llamado Movimiento Nacional. Por tal motivo, hace una glosa del rotativo provincial, destacando a las personas que hicieron posible la cita diaria con sus lectores. Personalidades que forman parte del mundo periodístico provincial.

La cuestión, a simple vista, no es de esas que, por su carácter serio, a corto plazo pudiera tener una salida, una solución a gusto de todos. Tuvo un recurso, un proceso y una “sentencia”: la subasta. Venta pública de un medio de difusión que, durante muchos años (casi cincuenta, si no estoy en un error), ha sido mensajero, portavoz y heraldo para los ávidos de saber: el Diario Jaén que, entre más de veinte periódicos integrados en la cadena de Medios de Comunicación Social del Estado, va a ser puesto a disposición de nuevos dueños, del mejor postor.

Lo curioso está, al menos para mí, en que, por las mismas disposiciones o similares, un día se forman las cosas y otro se las hace desaparecer. Pero, en este caso concreto, no será una supresión, sino una innovación prevista años atrás.

Así pues, a muy pocos días vista, el Diario Jaén, el de nuestras tierras y el de nuestros desvelos, va a cambiar de propietarios. Y lo hará, habiendo forjado años de historia bajo el lema de la continuidad, ofreciendo la más digna información a todos los niveles, donada a mano abierta por una serie de trabajadores cualificados y corresponsales perseverantes. Colaboradores y brillantes articulistas le dieron fama, prestigio y honor. El Diario Jaén ha sido también catapulta, base de lanzamientos de popularidad, a favor de escritores que no “eran nadie” y que hoy están inmersos en la aprobación e interés del público. Consiguiendo haber cruzado, a fuerza de tinta y convicción, las fronteras de provincias para llegar al refrendo nacional, tan distante siempre y de tan difícil aceptación.

En esta ciudad mía, desde la que escribo, había un muchacho cargado de ilusiones. Enamorado de la literatura, modestamente, siempre con rubor y ocultando su nombre tras el escudo seudónimo, empezaba a escribir “cosillas” sin importancia, que casi nadie leía, en una revista que dirigía el conocido Paco Cuenca. La revista se llamaba Vibraciones. Tenía una aceptable tirada, impresa en los talleres de Jaén y, al igual que otras, desaparecida por los sempiternos motivos económicos y las falsas promesas de quienes prometieron una ayuda que jamás llegó.

Por aquellas fechas, se celebraba en Úbeda la conmemoración de las bodas de oro de la Adoración Nocturna. Al joven e incipiente escritor, le fue presentado un destacado periodista, veterano redactor en cuestiones taurinas y que hoy convalece de una penosa enfermedad: Rafael Alcalá. Magnífica persona, honrado reportero al que desde aquí, aprovechando el momento, abrazamos.

Al saber Alcalá las inquietudes literarias del bisoño articulista (autor con el tiempo de un par de libros, hasta ahora), solicitó de este una colaboración para el Diario Jaén, que tendría que llevarse a la capital jiennense una hora más tarde. Se asombró el joven; se creyó capaz de tamaña empresa y se marchó loco de contento. Minutos antes de partir el experto periodista, ya tenía en el bolsillo un sencillo artículo titulado “Sinfonía de paz”, que hablaba de la Adoración Nocturna de la vieja ciudad monumental. No perdió el tiempo Alcalá y, a otro día, 12 de junio de 1957, en Jaén y al pie del artículo, aparecía por primera vez el nombre del novicio redactor.

Aquel muchacho que de tal forma era halagado, que acababa de ver abiertas las páginas del periódico ‑tan serio para él‑,con orgullo esperanzado… era yo. El más modesto de los colaboradores de Jaén, la más sencilla pluma, pero el mejor agradecido de los humanos. Que aún sigue sorprendiéndose cuando su firma aparece en diario de tal categoría. Por esto, aunque quisiera, no podría nunca olvidar a Jaén.

Todos aquellos recuerdos y la duda, que me embarga por el futuro de este periódico, me llevan, en la tarde soleada de hoy, a escribir una vez más para el citado medio de difusión. Pero siempre, sobre la duda que decía, con la ilusión de que hombres y entidades hay en Jaén capaces de que este «Periódico del Santo Reino» no desaparezca. De que su cabecera tan histórica –Jaén‑ continúe manteniéndose, aunque su formato y preferencias pudieran cambiar o ser modificadas por imperativos de renovación.

Por mi parte, continuaré. Seguiré escribiendo por gratitud primero a Jaén, porque me agrada, y luego por admiración a los directores que he conocido y a los que les han suplido en ocasiones, como José Chamorro Lozano, Tomás Moreno Bravo, Pedro Morales Gómez‑Caminero, Manuel Ruiz de Adana, Carlos Briones y Julio Campuzano, al que, sin conocerle en persona, en tan alto concepto de calidad como periodista le tengo. Autor por otro lado de un excelente artículo en Jaén que, titulado “Los protagonistas”, ha dado ocasión a este penúltimo mío.

No podrán los lectores de Jaén, sus anónimos trabajadores, sus extraordinarios redactores, sus celosos corresponsales y los hombres y mujeres que, desinteresadamente, ofrecemos nuestra firma, olvidar tantos años de afanes salvando obstáculos, venciendo problemas y soslayando contrariedades de época, para conseguir una permanencia de titanes. Que el cambio que se espera, sea para Jaén un amanecer de prosperidad. Que, al quedarse Jaén, al continuar, no quepa lugar a la frase o sentencia de que «Algo se pierde en el alma, cuando un amigo se va». ¡Adelante, Jaén!

(12‑11‑1982)

almagromanuel@gmail.com

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