De la calle Gradas a la de San Jorge

 

Visita organizada por el Museo Arqueológico de Úbeda.

Autor del texto y comentarista de la visita, Juan Ramón Martínez Elvira.

Autor de las fotografías y director del Museo, José Luis Latorre Bonachera.


La calle de las Gradas (de San Isidoro) recibe tal nombre ‑ya desde el siglo XVI, cuando menos‑ por las que había ante la puerta sur de este templo. Su mejor edificación ‑aunque no la única‑ es la número 8, con fachada plateresca compuesta por arco de grandes dovelas y ventanas geminadas con mainel de mármol blanco y rematadas por veneras. Se desconoce quiénes fueran sus fundadores (tiene raspados los escudos), aunque a finales del XVI pertenecía a Cristóbal de Quesada y María de Molina, que las dejaron vinculadas. En nuestro tiempo, fue cedida por el Ayuntamiento para sede de la Jefatura Local del Movimiento. Después, pasó a ser Casa de la Cultura; y hoy reside en ella la Universidad a Distancia (UNED).

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Museo “Eduardo Jiménez Torres”

Para que la memoria perdure es preciso que los insignes personajes de una ciudad queden reflejados en libros, esculturas, monumentos, museos, etc., con el fin de que el pueblo llano o culto, así como las presentes y futuras generaciones, nunca olviden la honda huella que ellos dejaron en la historia local, provincial y nacional.
No todos los pueblos tienen la inmensa suerte de tener hijos abnegados e ilustres que la aman sobremanera y trabajan tanto por ella como nuestro buen amigo Eduardo Jiménez Torres, que es “un ubetense de Úbeda” (como él mismo se define), safista de pro, incansable en la búsqueda de la noticia y del personaje que destaque en cualquier materia que se precie, especialmente si el ubetensismo es su norte y guía. Úbeda le debe tanto a Eduardo que nunca le podrá pagar tanto cariño, dedicación, empeño, amor, celo… como él le ha regalado desde que era bien joven en los distintos medios escritos o audiovisuales; y, seguramente, que se irá al otro mundo con las botas puestas, enchufado siempre a la información, la entrevista y la investigación periodística.

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La Corredera

 

Visita organizada por el Museo Arqueológico de Úbeda.

Autor del texto y comentarista de la visita, Juan Ramón Martínez Elvira.

Autor de las fotografías y director del Museo, José Luis Latorre Bonachera.

 

La calle de la Corredera (que en la actualidad lleva el sobrenombre de San Fernando) pertenece a San Nicolás, si bien, en tiempos muy antiguos, la muralla que bordea­ba su lado derecho que­daba constituida como línea divisoria entre esta parroquia y la de San Pablo.

De dicha muralla se perdió el viejo Postigo de Montiel (luego llamado Puerta de la Coronada o Arco de las Descalzas, ya que, bien por un lado, bien por otro, hacía frente a sendos con­ventos). Pero aún se conservan distintos trozos de lienzo, muchos de ellos visi­bles desde la calle Ventanas. Además, queda en pie, mostrando toda su forta­leza, la torre octogonal que fuera cons­truida como albarrana, tal vez por los almohades. Destacan en ella los mata­canes y, por su lado sur, los restos del es­cudo que coronaba la puerta de salida del puente hacia el muro.

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Vicisitudes de la vejez, 37

Mis nietas me han hablado alguna que otra vez de la catástrofe maltusiana: cómo la población mundial crecerá en progresión geométrica mientras que la alimentación lo hará en progresión aritmética, por lo que para 1880, según Malthus, habría una situación de pauperización o de hambre en la humanidad, por lo que se extinguiría. No ha pasado eso totalmente, hasta la fecha, pero hay demasiada hambre en el mundo por intereses espúreos y egoístas y nadie quita que con el tiempo se incremente, como lo estamos viendo hoy en día; y si encima lo estamos agravando con el cambio climático, la amenaza nuclear, la migración masiva y descontrolada, las guerras mundiales en activo (Ucrania y Gaza, entre otras muchas), etc.

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Palpitar ubetense

Debido a unas filtraciones y fisuras en la zona ajardinada y unas vigas que sujetan el monumento al General Saro, se ha llevado a cabo la urgente eliminación de la fuente de la Plaza de Andalucía, llamada popularmente Plaza Vieja. El consistorio manifiesta que habrá un estudio para la rehabilitación del monumento. Se está desmantelando la fuente. Esperamos que al menos aquél continúe erigido y en buen estado de conservación.

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Cuestas que llevan a la Plaza de los Olleros

Visita organizada por el Museo Arqueológico de Úbeda.

Autor del texto y comentarista de la visita, Juan Ramón Martínez Elvira.
Autor de las fotografías y director del Museo, José Luis Latorre Bonachera.
La Cruz de Hierro

La calle de la Cruz de Hierro adquiere carácter propio muy tardíamente. Hasta entonces, forma­ba parte de la calle de la Corredera y, como esta, pertenecía a la demarcación parroquial de San Nicolás.

De la cruz se descono­ce la fecha de su erección, aunque ya existía a media­dos del siglo XVIII, en que era llamada La Cruz de la Coronada.

Quizás su vecino más notorio sea el entallador Marcos Hernández.

 

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Canciones con historias 15: Menos épica y más historia: “The Trooper” – Iron Maiden

Menos épica y más historia: “The Trooper” – Iron Maiden

Aquí tenemos un temazo de la banda inglesa de heavy metal Iron Maiden. Suelen interpretarla con Bruce Dickinson, el vocalista, vestido con una casaca roja y enarbolando la bandera de la Union Jack.

La letra versa sobre la batalla de Balaclava de 1854 durante la guerra de Crimea y hace referencia al poema de  Lord Tennyson “La Carga de la Brigada Ligera”:

“Media legua, media legua,
media legua ante ellos.
Por el valle de la Muerte
cabalgaron los seiscientos.
”¡Adelante, Brigada Ligera!”
“¡Cargad sobre los cañones!”, dijo.
Por el valle de la Muerte
cabalgaron los seiscientos.”

 

Pero la canción no es una oda al heroísmo, sino el punto de vista de uno de los soldados que murieron en uno de los combates más estúpidos de la historia bélica.

El ejército inglés estaba mandado por Lord Raglan, ex-secretario de Wellington y veterano de Waterloo, donde perdió un brazo. Este noble llevaba cuarenta años en destinos administrativos y era totalmente inexperto en dirigir tropas en combate.

Entre las tropas a sus órdenes, la Brigada Ligera (formada por el 4º y 13º Regimientos de Dragones Ligeros, el 17º Regimiento de Lanceros, y el 8º y 11º Regimiento de Húsares) estaba al mando de un oficial inclasificable, Lord Cardigan, un aristócrata arrogante, soberbio e indisciplinado que había sido expulsado del ejército en 1834, pero que logró su readmisión dos años después comprando el mando del 11º de Húsares (algo habitual en el Imperio, que implicaba que él se encargaba de su financiación, desde los uniformes a los sueldos). Y curiosamente la Brigada Pesada era mandada por el Conde de Lucan, ex-cuñado del anterior, y que se odiaban ferozmente. ¿Qué podía salir bien…?

Carga de la Caballería en Balaclava. Museo Imperial de la Guerra

Los rusos estaban fuertemente atrincherados en los Altos de Balaclava con su artillería y tropas de caballería cosaca, y las tropas anglofrancesas estaban desplegadas en el valle.

Lord Raglan, desde lo alto de una loma, les ordenó moverse hacia los altos ocupados por el enemigo y apresar los cañones. Cardigan, al leer la nota, dijo: “¿Qué enemigo? ¿Qué cañones?” (él no podía verlos desde el fondo del valle). Y Lucan, despreciativo, le espetó “¡Allí está su enemigo y sus cañones! ¡Cumpla con su deber!” (aunque él tampoco tenía ni idea de las posiciones rusas). Cada uno interpretó la orden a su manera, y llevados de su orgullo desmedido y su odio mutuo dieron orden de cargar valle arriba. Cardigan avanzó con la Brigada Ligera y Lucan le siguió con la Pesada. Pronto el fuego graneado de los cañones rusos, desde ambos lados del valle, hizo una carnicería, pero Cardigan siguió adelante, perdiendo más de dos tercios de los hombres y el 90% de los caballos, mientras Lucan dio media vuelta.

Balaclava. El valle de la Muerte. Cientos de proyectiles cubren el suelo. Foto de Roger Fenton

Lo curioso es que ambos fueron ascendidos a Mariscal y honrados con la Gran Cruz de la Orden del Baño (la máxima condecoración militar inglesa), y los 650 jinetes (de los que solo sobrevivieron 195) fueron convertidos en otro de los mitos del Imperio.

Pero lo de su estupidez no lo hemos descubierto ahora: el mayor Forrest, que sirvió en el 11º de Húsares con Cardigan dijo «Llamábamos a Lucan el asno cauteloso, y a Cardigan, el asno peligroso«. El capitán Portal, del 4º de Dragones Ligeros resumió «Tienen tanto cerebro como mi bota». Su colega, el general Foster sentenció “No se ha visto nunca tanta incompetencia junta en un alto mando del Imperio”. El propio Lord Raglan les denunció en la Cámara de los Comunes como causantes del desastre. Pero no les pasó nada, la prensa patriótica los alababa como héroes y los diputados conservadores no querían que se castigase a ninguno de los suyos.

Pasando lista tras la batalla. Cuadro de Elizabeth Thompson Butler.

“The bugle sounds and the charge begins
But on this battlefield no one wins
The smell of acrid smoke and horses breath

As I plunge on into certain death”

(“La corneta suena y comienzan los disparos
pero en este campo de batalla nadie gana.
El olor del humo acre y el aliento de los caballos
mientras me sumerjo en una muerte segura”)

“We hurdle bodies that lay on the ground
And the Russians fire another round
We get so near yet so far away
We won’t live to fight another day”

(“Saltamos los cuerpos que yacen en el suelo
y los rusos disparan otra salva.
Estamos tan cerca pero tan lejos.
No viviremos para pelear otro día”)

Vicisitudes de la vejez, 36

Cuando reflexiono sobre mi cercana muerte me da repelús y espeluzno, aunque pienso que ya no tendré que preocuparme por mi cuerpo, ya que mis parientes más allegados harán lo que sea necesario de acuerdo a sus posibilidades. Si no ellos, los de la funeraria me quitarán la ropa, me lavarán y vestirán para sacarme de casa y llevarme a mi nueva dirección: el cementerio.

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Plaza de Gallego Díaz

 

Visita organizada por el Museo Arqueológico de Úbeda.

Autor del texto y comentarista de la visita, Juan Ramón Martínez Elvira.
Autor de las fotografías y director del Museo, José Luis Latorre Bonachera.

 

Con este nombre se rinde homenaje desde 1887 a don José Santiago Gallego Díaz (1843-1917), licen­ciado en Derecho, parlamentario, escri­tor y orador. Condecorado con la Gran Cruz de Isabel la Católica, fue también miembro correspondiente de la Real Academia de la Historia.

En realidad, tal plaza hoy no existe ni existió nunca, a excepción del perio­do en que su interior quedó convertido en solar y luego en paseo. Estos dos espacios, el convento de la Coronada y el actual Mercado de Abastos, una vez ordenados cronológicamente, son los principales protagonistas de nuestra vi­sita de hoy. Sin que ello quiera decir que no prestemos atención a otros puntos de interés desarrollados en la plaza, ta­les como la ermita de San Gil, la Tercia o la fuente del Iruelo, por ejemplo.

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Recopilatorio ubetense

El Ayuntamiento de Úbeda concedió la medalla de oro de la ciudad a la Comisaría de Policía, con motivo de la celebración del Día de Andalucía, el pasado 27 de febrero de 2024. El acto, brillante y solemne, se celebró en el Hospital de Santiago y estuvo presidido por la alcaldesa de la ciudad, Toni Olivares, siendo acompañada por el jefe superior de Andalucía oriental de la Policía Nacional, Luis Jesús Esteban, además de otras autoridades locales y provinciales. También recibieron la medalla de oro de la ciudad todos los componentes de la plantilla de la actual comisaría de policía, así como un familiar del policía nacional ubetense, Manuel Orcera de la Cruz, que fue asesinado por ETA, recibiendo su familia un caluroso aplauso a título póstumo.

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