Anécdotas de la Historia: Grecia (II)

Los filósofos, unos tipos curiosos

De entrada, el término es elocuente: philosophia (φιλοσοφία) está compuesto por philos (φίλος), “amigo” o “amante”, y –sophía (σοφία), “sabiduría”. Por tanto se define como “amor a la sabiduría”.

La Escuela de Atenas de Rafael, en las stanze di Raffaelo, en el Vaticano

Sócrates la define como “afán que siente el hombre por saber de sí mismo” (recordemos lo de “Conócete a ti mismo”). Platón dice que es “la ciencia de la razón de las cosas”. Aristóteles piensa que es “la ciencia del ser en tanto que ser

Los filósofos eran apreciados, pero también denigrados. Sócrates fue considerado el hombre más sabio del mundo, y hasta el oráculo de Delfos lo ratificó como tal, pero su discípulo Aristocles se ganó el apodo por el que lo conocemos (“Platón” “aquel que tiene anchas espaldas”) por lo abultado de sus omóplatos, fruto de su musculatura, propia de su oficio juvenil, lanzador de disco y luchador.

Sócrates

Sócrates era famoso por su modestia (siempre llevaba la misma túnica, hiciese frío o calor), plasmada en su frase “solo sé que no sé nada”, y su resistencia física (tras estar tres días seguidos combatiendo, dedicaba las noches a solucionar problemas en vez de dormir). Sin embargo su modestia no siempre era tal, porque exigía altos honorarios a sus discípulos adinerados. A un rico comerciante que le llevó a su hijo le pidió 500 dracmas, por lo que éste dijo “Tened en cuenta que con ese dinero podría comprar un burro”, a lo que contestó Sócrates “Hacedlo pues, y así tendréis dos asnos en casa”. Algo misógino, al ser preguntado si era mejor casarse o permanecer soltero, dijo “Da igual, se arrepentirá haga lo que haga”.

Aristóteles

Aristóteles, mientras permaneció en Atenas (luego fue llamado a Macedonia para ser mentor del príncipe Alejandro) fundó una escuela a la que llamó Liceo (Λύκειον, lúkeion) , justo al lado de la que fundó su maestro Platón (la Academia, que toma su nombre por ocupar unos jardines dedicados al dios Academo). En el lateral edificó una galería cubierta, el peripatos, donde daba clases mientras paseaba seguido de sus discípulos, que por ello fueron conocidos como peripatéticos (lo malo es que a las prostitutas callejeras las llamaban igual. Cosas de griegos).

Tales de Mileto

No todos se dedicaban en exclusiva a filosofar: Tales de Mileto, previendo que la cosecha de aceituna sería muy grande, arrendó todas las prensas de Mileto y de Quíos en medio de las burlas de sus conciudadanos. Pero cuando éstos recogieron la cosecha tuvieron que recurrir a Tales, que les cobró el triple de lo habitual amasando una fortuna. En su viaje a Egipto, los sacerdotes de Amón quisieron pillarle en un renuncio, exigiéndole que averiguase la altura de la pirámide de Keops. Tales se tumbó, marcó su longitud con dos estacas, y cuando coincidió su sombra con la distancia marcada midió la sombra de la pirámide y dio la altura exacta. Los sacerdotes fliparon.

Diógenes

Un personaje curioso fue Diógenes de Sinope, de la escuela cínica, que afirmaba que el hombre sabio era el que se libraba de los deseos y necesidades. Así, caminaba descalzo, sólo tenía la túnica que llevaba puesta, comía lo que le daban y dormía en el pórtico de los templos o en un tonel. Atraído por su fama, Alejandro Magno fue a visitarlo y lo encontró tumbado al sol absorto en sus pensamientos. Le preguntó si deseaba algo que el poderoso monarca pudiera concederle, y le respondió “Sí, que te apartes y no me tapes el sol”. Los cortesanos, siempre tan pelotas, empezaron a reírse y criticarlo, pero el rey dijo: “Si yo no fuera Alejandro, querría ser Diógenes”. Otra originalidad era verlo caminar por Atenas con una linterna diciendo “busco un hombre”, porque despreciaba a toda la humanidad. Su colega Zenón de Elea, de la escuela eleática y enemigo de los cínicos, defendía que la teoría del movimiento era imposible. En medio de una de sus charlas, Sócrates se levantó y se puso a caminar alrededor de él, diciendo “el movimiento se demuestra andando”. A sus discípulos que le preguntaron a qué hora se debía comer, respondió: “Depende, si eres rico puedes comer cuando quieras y, si eres pobre, cuando puedas”

Pitágoras, en La Escuela de Atenas

Pitágoras, que tanto nos citaron nuestros maestros de la SAFA, fundó su Academia en Crotona, y fue la única que aceptaba discípulos de ambos sexos, que debían someterse a las rígidas normas de su maestro: mantener la castidad, vestir con una sencilla túnica que no podía ser de lana, evitar la risa y la danza, seguir una estricta dieta (nada de vino, ni carne, ni huevos ni, lo más raro, ¡las habas!), etc. Hoy la tacharían de secta. Defendía la doctrina de la metempsicosis (transmigración del alma después de la muerte a un nuevo cuerpo, humano o animal), por lo que muchos listillos defienden que viajó a la India, a aprender de los brahmanes.

Anaxágoras

Anaxágoras decía que la Tierra y los demás cuerpos celestes eran muy parecidos, aunque el Sol y las estrellas ardían y los planetas no (se columpió, claro, como cuando dijo que el Sol mediría unos 22000 km2, un poco más grande que Badajoz). Pese a ello, tuvo mucho prestigio entre los clásicos, llegando Aristóteles a decir que «parecía un hombre sobrio en medio de borrachos.» Sus enemigos consiguieron que los atenienses lo condenasen a muerte por impío (cosa bastante habitual en la época, los talibanes y la Inquisición no inventaron nada) y tuvo que huir a Lampsaco, donde quitó importancia a su condena diciendo «también a ellos la Naturaleza los tiene sentenciados a la misma condena».

Los 4 elementos según Empédocles

Un medio paisano suyo, Empédocles, que no estaba de acuerdo con él en casi nada, sin embargo se le unió en la defensa de la esfericidad de la Tierra, porque al observar un eclipse de luna comprobaron que la sombre de la tierra sobre el satélite era curva. Este personaje, que defendía que el Universo estaba formado por cuatro elementos (tierra, agua, aire y fuego, que tanto juego ha dado a todo tipo de gente a lo largo de los siglos posteriores. Iker Jiménez dedica tropecientos programas a perfeccionar la tesis)  predijo ante la Asamblea el día exacto de su muerte, en que sería llevado al Olimpo y convertido en dios. Llegado el día, subió al Etna y se arrojó sin ser visto: su desaparición hizo pensar  que su profecía se había cumplido.

Anaximandro

Anaximandro de Mileto, discípulo de Tales y sucesor en la dirección de su escuela, le contradijo en lo fundamental de su filosofía, el arjé (el origen de todas las cosas), pues mientras Tales decía que era el agua, su discípulo dijo que era el áperión, una naturaleza indefinida e infinita, inmortal. Para que te fíes… Por el contrario, fue un excelente astrónomo y geógrafo: fue el primero en dibujar un mapamundi y en medir los equinoccios y los solsticios con un gnomon —una figura geométrica utilizada para medir el tiempo en los relojes de sol; con uno de ellos, Eratóstenes de Cirene consiguió una medición bastante exacta del diámetro de la tierra—

Antistenes

Antístenes, fundador de la Escuela Cínica, le gustaba también divertirse y en consecuencia, algunas noches cenaba con gente aficionada a los delitos, o sea los chorizos del lumpen, especialmente de los barrios portuarios. Cuando arreciaron las críticas por sus tratos con rufianes dijo:

– “Sí, ceno con gente de conducta censurable. Pero también los médicos tratan todos los días con enfermos y no se les dispara la fiebre”.

Los filósofos no eludían hacer sentencias que dejaban por los suelos a tó quisque. Cuando Sócrates leyó la semblanza que de él había escrito su discípulo Platón, dijo “Caramba, cuánta mentira ha contado de mí ese jovenzuelo”. Zenón de Elea, debatiendo sobre el amor, dijo a la concurrencia: “los necios creen saber por qué aman, los tontos incluso dan sus razones, pero solo los sabios saben que nadie sabe cómo funciona esto”. Aristóteles, hablando de otros escritores decía que una obra escrita debía ser juzgada así: “primero, hay que mirar si el autor ha dicho todo lo que tenía que decir, después si ha dicho sólo lo que tenía que decir y finalmente si lo ha dicho como lo tenía que decir”. Hoy, en El Hormiguero sería un crack.

Celso

También hay filósofos que hoy serían tiktokers o influencers de mensajes de odio. Veamos el más conocido, Celso (s. II d.C.) que en su obra “Verdadero discurso contra los cristianos”  acusa al cristianismo primitivo de ser una secta destructiva constituida por creyentes fanáticos y violentos. Celso sostiene que Jesucristo era hijo de una judía amancebada con un soldado romano llamado Pantero, y que practicaba la magia que había aprendido en Egipto para así atraer a algunos discípulos entre la plebe más miserable y digna de compasión. Se quedó a gusto…