Anécdotas de la Historia: Grecia (I)
El valor de las palabras
Bueno será saber que la palabra “griego” no es griega, sino latina: los romanos en su expansión hacia la Magna Grecia contactaron con una tribu helena que se llamaban a sí mismos graikoi, que los romanos pronunciaron graeci, y aplicaron a todos los habitantes de la zona.
Los griegos no tenían claro el concepto de nación, sino, en todo caso, de cultura común: la hélade (héllas), por lo que se denominaban a sí mismo “helenos”. Lo curioso es que el término viene de una comarca de Tesalia, donde se establecieron los aqueos. En su mitología, Heleno, primogénito de Deucalión y Pirra, los únicos supervivientes del diluvio universal nada nuevo bajo el sol…), se casó con Orséis, ninfa de Tesalia. De sus tres hijos, Doro, Juto y Eolo, proceden los distintos pueblos de la antigua Grecia. Los dorios deben su nombre a Doro, mientras que los eolios a su hermano Eolo. Por su parte, Juto tuvo dos hijos, Aqueo e Ion, de quienes descienden los aqueos y los jonios. Así, Heleno terminó siendo el padre de todos estos pueblos.

Para los griegos, todos los extranjeros hablaban una lengua que les sonaba algo así como “bar-bar”, por lo que los llamaron bárbaros, sin la connotación actual de violento, salvaje o cruel. Sin embargo, los extranjeros helenizados eran llamados metecos.