¡Fin de trimestre!

Quién me iba a decir a mí que a mi edad, como jubilado glorioso y trabajado, iba a apuntarme de oyente a las clases de patchwork que mi esposa recibe en Valencina de la Concepción, todos los miércoles por la tarde, memorizando y comprendiendo múltiples y variados términos de este arte (que muchos son en inglés), como sempler; log cabin, el sendero del borracho, el compás del marinero, la estrella de Ohio, la rosa del desierto… (que son nombres de bloques que forman el sempler), que -cuando los conoces- te das cuenta de que es labor de artistas consumadas, además de admirar sus preciosos y elaborados trabajos, aprendiendo siempre muchísimo y por doquier de este grupo de mujeres, cuyos temas cotidianos de conversación, mientras trabajan y se divierten, siempre son mucho más interesantes y jugosos que los que tocamos normalmente los hombres cuando nos juntamos en cualquier reunión o bar (salvo honrosas excepciones, que las hay), pues nosotros solemos hablar, principalmente, sobre cuatro monotemas: sexo, política, fútbol y mili; y para de contar…
                             

                                                 

 

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