Tras las Abdicaciones de Bayona(mayo,1808), en las que Carlos IV y Fernando VII renuncian al trono, sin apenas resistencia, Napoleón Bonaparte nombra a su hermano, José I Bonaparte, como rey de España (julio,1808), pronto apodado Pepe Botella, por un pueblo desinformado e inculto, a pesar de su escasa afición por las bebidas alcohólicas. Posiblemente, se perdió la ocasión de ser regidos por un rey inteligente y moderno, frente al felón Fernando VII, el deseado, que nos vino más tarde.
Ante la ocupación de la península por el ejército napoleónico, se forman unas Juntas locales y provinciales de resistencia. Posteriormente, en 1810, la Junta Suprema Central convoca a Cortes Constituyentes a los diputados del estado llano, entre los que abundaban eclesiásticos, los más numerosos, abogados y funcionarios. Liberales y monárquicos absolutistas se repartían el dominio de las nuevas Cortes, formadas a imagen de las Constituyentes de la Revolución francesa. Seguidamente, se iniciaron las reuniones que dieron lugar a la Constitución liberal de 1812. Las comisiones que redactaron los 384 artículos constitucionales se reunieron en un teatro de S. Fernando, pasando más tarde al Oratorio de S. Felipe Neri de la ciudad de Cádiz.
El liberalismo dio forma, finalmente, a la Constitución, conocida por el nombre de la PEPA, al ser aprobada el 19 de marzo, festividad de S. José. Los principales derechos humanos,conocidos entonces por la influencia francesa, fueron estampados en nuestra primera Constitución; si bien la desmedida presencia de 97 eclesiásticos obligó a los diputados liberales, con mayoría, a aceptar la confesionalidad del Estado, con la Religión católica, apostólica y romana, como única verdadera, vigente en el Estado español y en todas sus colonias. Fue, a mi juicio, el triunfo del liberalismo político y económico, bastante deslucido por la imposición religiosa.
Desde entonces, la Constitución de Cádiz ha quedado como la gran referencia constitucional en la Historia de España, a la que todos los partidos democráticos citan. La Constitución de 1978, sin duda, bebe en las fuentes de la vieja Constitución, nacida en Cádiz.
10. Constitución de Cádiz (1812)
Nunca una primera Constitución
fue por los ciudadanos más amada:
la “Pepa”, por el pueblo bautizada,
leal y unida al pueblo en comunión.
Pero el felón Fernando, su adversario,
le cortó alas desde el nacimiento,
impidiendo su vuelo como aliento
de libertad y fervor solidario.
Aunque excesiva la declaración
de una sola religión verdadera,
momento y circunstancia no pudiera
suprimir sin gran coste la mención.
El amplio papel del liberalismo
colmó España de esperanza y optimismo.