“Años de internado. Recuerdos de la Safa”

Acabo de terminar de leer el voluminoso libro de José Luis Rodríguez Sánchez, nuestro presidente de la AAMSU (Asociación de Antiguos Alumnos de Magisterio de la Safa de Úbeda) y quiero expresar mis primeras impresiones sobre este ensayo que consta de 40 artículos de variado y entretenido calado safista. Es una valiosa aportación más, siempre necesaria, al inabarcable universo Safa que cada uno de los que transitamos por aquellos lares tenemos en nuestra particular memoria; y que deberíamos leer, disfrutar y comentar, a ser posible, con antiguos compañeros o amigos. Yo lo hago desde aquí, en la tribuna abierta que nos brindan la página web de AAMSU (https://aasafaubeda.com/) y la de AMIGOS SAFA (https://recreo.es/), ágoras trepidantes y vivificadoras, para público conocimiento.

Ha sido una lectura sosegada, comentada a ratos con mi esposa, también safista, en la que he despejado alguna que otra duda y me he enriquecido con la memoria prodigiosa de su autor que sabe recrear un mundo del ayer que parece hoy cuando se lee, con su prosa ágil y certera, sarcástica y melancólica, a veces, que sabe irnos introduciendo -paso a paso- en su dura y entretenida vida de interno, desde su querida Nerva hasta su amada Úbeda, con una sabiduría de historiador que va a las fuentes y sabe recoger todo lo que le parece valioso para hacer una trabajo de ensayo histórico personal e institucional, arropado y asesorado por varios de sus compañeros, amigos o conocidos con el objetivo de que su testamento vital y literario suene más coral que individual.

Yo, al ser simplemente un alumno externo egresado del Plan 67 que pasó tres cursos, aunque en realidad fueron dos (1º y 2º de magisterio), ya que tercero estuve haciendo las prácticas en el Colegio Santísima Trinidad de Úbeda, no podía tener los conocimientos, la sabiduría, los sentimientos, las emociones y las experiencias de un interno que se batió el cobre durante siete largos y duros cursos, aunque sí que me han aflorado vivencias y emociones por doquier con muchos de sus capítulos (Las clases de religión, Las excursiones, El campamento, Aquellas canciones, La tele, Los futbolines, Las lectura, La primera clase, etc.), siempre desde una óptica de externo que tenía la suerte -tanto en los Salesianos como en la Safa- de dormir diariamente en su cama con el arropamiento de sus padres y hermanos.
Por fin he despejado una duda que tenía desde tiempo ha: me hubiese gustado haberme pasado a la Safa desde los Salesianos de Úbeda, una vez aprobada la Reválida Elemental de Bachillerato, cuando tenía 14 años, y así hubiese hecho los cuatro cursos finales del antiguo Plan 50 y hubiese acabado con 18 años, en lugar de los 19 en que lo hice; pero leyendo en su artículo 29, Magisterio, explica que se publicó la ORDEN 1 de junio de 1967 por la que se fijaba el Plan de Estudios en las Escuelas Normales; y como por entonces estaba yo en 3º de Bachillerato de los Salesianos era imposible que lo hubiese podido hacer. Así que me he quedado tranquilo por esa parte, pues hice lo correcto en su momento preciso: cuando acabé 6º y reválida, pasándome a la Safa a estudiar magisterio.
Ha habido otros muchos descubrimientos con la lectura de “Años de internado. Recuerdos de la Safa”, como por ejemplo que a José Luis le tocaron algunos profesores comunes conmigo, pero que no coincido con él en todo lo que dice de ellos, puesto que discrepamos en cuanto que algunos tuvieron una trayectoria diferente, ya que no es lo mismo pillarlos en plena juventud o ansia educadora que ya finalizando su labor o con achaques de vejez y/o ansias de volar a otro mundo diferente del de la enseñanza o el sacerdocio; como me pasó con Don Doroteo y las manualidades que nos impartió, pues a mi generación nos pilló su infausta muerte en la Iglesia de los Jesuitas de Úbeda; o con el Padre Artillo que apenas pudimos conocerlo y disfrutar de su amplia cultura y mano educadora ya que se marchó, dejando los hábitos, por la política y al casarse con una ubetense que bien lo quería; o a Don Lisardo que tanto me impactó y que en su haber hacia mí no tengo nada negativo que reprocharle sino todo lo contrario; etc.
José Luis hace gala de un buen militante de izquierdas que quiere contar su verdad del septenio que estuvo en contacto directo y permanente con la Safa de Úbeda, desvelándonos secretos bien guardados en su memoria y/o en la de sus compañeros de promoción -o de anteriores promociones- pintando una Safa algo diferente a la que nos han contado en otros libros de este tema.
El secreto mejor guardado ha sido el del capítulo 38, La expulsión, que no viene reflejado en ningún documento ni libro sobre la Safa de Úbeda, pero que ha tenido la valentía y el honor de plasmarlo en papel, contándonoslo con pelos y señales, haciendo una fotografía poco halagüeña de cómo se portaron con su promoción -en el último curso- por culpa de defender unos principios elementales que la propia Safa, por no bajarse del burro, apoyando una decisión incorrecta del padre Calles, dinamitó demasiadas vidas académicas y sociales de aquel entonces.
Pero como la vida da muchas vueltas, a pesar de que José Luis se fuese cabreado, con razón, de esa ignominia, su buen corazón y gracias a sus compañeros de promoción que han sabido bien aconsejarlo para que volviera a ver y palpar lo positivo que hicieron con él y las generaciones de la posguerra para redimirse con el estudio y ascenso social en la cultura y los trabajos con respecto a sus padres o abuelos. Buen ejemplo a seguir que no todo el mundo aprecia ni es capaz de dar ni es valiente en reconocerlo; y más cuando alguien se embarranca o se resiente de por vida solamente recreando todo lo negativo que recibió de la Safa….
Es verdad que hubo momentos de sinrazón, propios de la época en que se desarrollaron, tras la incivil guerra española, que perjudicó a bastante gente buena y responsable, pero también hay que reconocer que se beneficiaron, mediante una durísima y férrea disciplina, no hay que negarlo, pero que luego le ha valido a muchos para hacer las oposiciones que han querido o colocarse en buenos puestos de trabajo en los que han desarrollado una labor espléndida y loable.
En definitiva, “Años de internado. Recuerdos de la Safa”, es un libro muy interesante, que se ha de tener en cuenta desde hoy, para hacerse una idea de cómo fue la Safa de aquel entonces, vista por un inteligente y trabajador estudiante, que aprovechaba los veranos para trabajar en la Costa del Sol y ahorrar un dinero imprescindible, pero que tenía claro que la única manera de salir de la rehoya de su clase social era con toda seguridad mediante el estudio y el esfuerzo a tope.


¡Enhorabuena, amigo José Luis!, porque has sabido entresacar el trigo de la paja, metiéndonos de lleno en tu túnel del tiempo, reconociendo que “la cultura, la solidaridad, la formación humanística y técnica, la fraternidad y el apoyo mutuo, conociendo a maestros vocacionales y entregados, curas comprensivos y amistades que se mantienen cincuenta años después”; sin desdeñar, por supuesto, “la disciplina, el frío, el hambre, el dormitorio corrido, el adoctrinamiento religioso, clases y estudios, las filas en absoluto silencio, el Latín y el taller de Dibujo Técnico, los ejercicios espirituales y los excursiones a pie, los paseos bajo la mirada de un cura y las sesiones de cine patriótico en blanco y negro, la gimnasia sueca y el mendrugo de pan con aceite, el cigarrillo a escondidas y la expulsión…”, como bien refieres en la contraportada de tu libro “Años de internado. Recuerdos de la Safa”. Perdonar y reconocer errores es de sabios.
Ya tenemos otra interesante y válida fuente a la que acudir para saciar la sed de leche nutricia safista que a tantos nos ha servido para vivir y formar una familia. No nos la deberíamos perder.
Sevilla, 27 de noviembre de 2022.
Fernando Sánchez Resa

2 opiniones en ““Años de internado. Recuerdos de la Safa””

  1. Muchas gracias, Fernando, por tan amables palabras, que tienen doble valor por venir de un safista eximio, de un escritor entusiasta, de una excelente persona, en suma.
    El libro, como bien dices, es coral, es una transcripción de vivencias, no pretende ni justificar nada ni ajustar cuentas con nadie. Reflejo con mis limitaciones estilísticas lo que viví (vivimos) y aunque alguien pueda tacharlo de nostálgico, ha sido un ejercicio de justicia histórica. Nació, como indico en el capítulo oportuno, de unos artículos en la web en el marco del confinamiento, y desbordó el marco inicial por la respuesta de los compañeros, que con su compra masiva demuestra el acierto de los que impulsaron su edición.
    A tí y a todos, gracias.
    Siempre, SAFA!

  2. De nada, José Luis.
    Te mereces ese artículo y muchos más por tu valentía y pundonor.
    Me alegra que vaya viento en pompa la venta de tu libro, ya imprescindible a cualquier safista que se precie y quiera saber y recordar lo que ocurrió en el internado de la Safa de Úbeda.
    Y que con él nos hayas desvelado, principalmente, el oculto tema de la expulsión…. Era de justicia histórica., efectivamente.
    Es bueno conocer distintos puntos de vista o realidades para poder hacerse, cada cual, su propia opinión al respecto.
    Ha primado tu buen corazón y limpio raciocinio y no te has dejado llevar por antiguos resentimientos… El perdón es la mejor medicina para que el que perdona y, por supuesto, para el perdonado.
    Aunque siempre debe prevalecer el cariño y el agradecimiento por esa gran obra que realizó la Safa en los largos tiempos de la posguerra, aunque tuviese sus fallos deleznables.
    El amor a la Safa debe ser casi como el que se le tiene a una madre, pues se le quiere por encima de todo.
    Que vivamos muchos años para encontrarnos en nuestra SAFA…
    VIVA SAFA!!!

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