Recuerdos de la SAFA – El deporte (I)

Recuerdos de la SAFA. El deporte (I)

Ha caído en mis manos una vieja foto en blanco y negro, enviada a mi móvil por un compañero, y me ha sorprendido la cantidad de recuerdos que es capaz de evocar algo tan simple como una foto de escolares posando como si se tratase de un equipo de Primera División. La verdad es que en la SAFA desarrollamos un espíritu deportivo, en su doble acepción: el afán por el ejercicio físico y la sana competitividad.

Equipo 1º Oficialia 1964

Antes de llegar a la SAFA de Úbeda decir deporte era, para mí, correr o jugar a la pelota. Correr era lo más sencillo y lo más barato. Teníamos infinidad de cerros y llanos por los que triscar sin límites. Eran terrenos de color variopinto, del rojo oscuro al amarillo desvaído, del negro roñoso al marrón grisáceo, muestra de las labores mineras y de los ingentes acúmulos de mineral que cubrían el paisaje. Árboles, lo que se dice árboles, pocos y escuchimizados. Las zonas más apetecidas por la chiquillería eran, claro está, las que tenían más riesgo: los riscales (montículos con afloramientos de afiladas lajas pizarrosas, que cortaban como navajas), las orillas del pantano de las Marismillas (un enorme depósito de barros arrastrados por los canales del lavado de mineral en distintas balsas, donde te hundías hasta el muslo con sólo pisar fuera de la zona de seguridad), el cauce del río Tinto (cuyas aguas ácidas tenían un efecto corrosivo sobre nuestros zapatos y vestimentas, con lo que tenías ganada una buena zurra al volver a casa) o el área de Zarandas y Talleres Mina (donde con suerte nos aprovisionábamos de cable de cobre para luego hacer mil cachivaches).

El río Tinto. Barros junto al pantano de las Marismillas.

Lo de jugar a la pelota era algo parecido al fútbol, pero sin balón que mereciese tal nombre, en un campo de juego de forma triangular con una sola portería delimitada por dos piedras gruesas. Cuando el equipo defensor se hacía con la pelota debía sacarla del área de juego, llevarla más allá de una farola (que nunca vimos encendida) e iniciar el ataque. No hacía falta cambiar de portero, seguía el mismo atacase quien atacase y hacía su labor lo mejor que podía, gritando “Alto” cuando la pelota chutada iba por encima de su cabeza, que se consideraba el larguero imaginario, y sentenciando “Fuera” si el tiro no iba claramente por el centro.

Cuando a nuestro amigo Miguel le regalaron un balón de badana, toda la pandilla estaba de enhorabuena, pero esto cambió la configuración de los equipos. Hasta ese momento los dos mejores jugadores hacían de capitanes y, tras el sorteo a pares/nones, iban eligiendo de mejor a peor a los componentes de su equipo. Ahora el dueño del balón era el que elegía en primer lugar. Esas eran las reglas, y nadie las discutía.

SAFA Úbeda. Tabla de gimnasia 1955

Cuando llegué a Úbeda, una de las cosas que me sorprendió fue la diversidad de actividades físicas que había. Lo primero, lo de la gimnasia. Nos dieron (bueno, lo compramos) un equipo de gimnasia compuesto de camiseta blanca con rebordes rojos y pantalón a juego. Y cada mañana, con la fresca (que a partir de Noviembre era muy fresca o simplemente glacial), al patio a hacer gimnasia sueca. No sé por qué la llamaban así, porque eran ejercicios repetitivos, a golpe de silbato, donde lo más complejo era combinar un salto con la apertura de piernas y dar una palmada por encima de la cabeza. Lo malo era cuando te decían “decúbito supino” (al principio no sabía muy bien qué me decían, menos mal que no hay nada como mirar de reojo y ver qué hacen los demás) y te tirabas al suelo, que si en septiembre era un terrizo polvoriento, en noviembre era un lodazal y en enero un carámbano. Esto se complicaba cuando estos ejercicios se enmarcaban con marchas, desfiles y figuras en el estadio, para unas exhibiciones que se hacían cuando nos visitaban ilustres figuras (nos dijeron que cuando estuvo Franco en el 62 quedó muy impresionado por la marcialidad y sincronía de la tabla de gimnasia que le ofrecieron los alumnos).

Franco y el P. Villoslada. 1951. Tabla de gimnasia en su honor.

Pero lo que triunfaba en los recreos, claro está, era el fútbol. De entrada, teníamos varios campos, asignados por niveles: los pequeñajos, uno de forma oblonga a la derecha de la escalera; los de oficialía, el de la izquierda, rectangular y más amplio; los mayores, el de abajo, mucho mayor; y los de la primera división, el estadio nada menos; todos con porterías de verdad (en la de los mayores había hasta redes). Cada día, en el recreo largo de la tarde se organizaban equipos dentro de cada curso y se competía con entusiasmo. Tener zapatillas de deporte era un lujo impensable, jugábamos con nuestras botas Segarra, y si se despegaban o rompían teníamos un problema: llevarlas al zapatero y seguir esos días con los zapatos de domingo, a los que ni de lejos se nos ocurría exponer a una posible rotura dando patadones.

Equipo SAFA 1961

La cosa se animaba con las competiciones entre cursos, que organizaban de alguna forma los curas tutores. Lógicamente se esperaba que los mayores nos zurrasen a los más pequeños y la práctica habitual afirmaba tal hecho. Pero a veces saltaba la sorpresa: estando en 2º de Oficialía  nos hicimos con un equipo de enorme solvencia, hasta el extremo de ganar por goleada a todos, incluyendo los inalcanzables de 2º de Maestría. De facto, la mitad de los componentes de este equipo (Molina, Herrera, Haro, Iglesias, de la Hoz, Henares, Sánchez y hasta Ceballos) formaron parte del equipo del colegio que participó en la Olimpiada entre colegios jesuitas de Andalucía y serían figuras indiscutibles en los tres años sucesivos.

P.D.

Para aclarar las dudas sobre la visita de Franco el 5 de junio de 1951, nada mejor que las imágenes existentes en el Archivo SAFA, prácticamente desconocidas para todos.

Fotos de la visita de Franco a la SAFA en 1951.

Para rematar la faena, en diciembre de 1952 visitó la SAFA Carmen Polo de Franco:

Visita de Carmen Polo de Franco. Diciembre 1952.

Recuerdos de la SAFA – El deporte (II)

 

Autor: José Luis Rodríguez Sánchez

Presidente de la Asociación de Antiguos Alumnos de Magisterio de la SAFA de Úbeda (AAMSU)

7 opiniones en “Recuerdos de la SAFA – El deporte (I)”

  1. Como curiosidad, en las fotos nuestras yo figuro abajo a la izquierda y el del 61 mi hermano está abajo en la derecha.
    Estas dos fotos nuestras las mandé yo en día al grupo.
    Muy bueno José Luis.
    Un abrazo

  2. Como curiosidad, en las fotos nuestras yo figuro abajo a la izquierda y el del 61 mi hermano está abajo en la derecha.
    Estas dos fotos nuestras las mandé yo en su día al grupo. Me
    Muy bueno José Luis.
    Un abrazo

  3. Franco visitó Úbeda en 1961; ‘reinauguró’ el monumento al alférez Rojas (inaugurado por su ministro del ejército siete meses antes); luego se pasó por la Safa, siempre acompañado por un beatíficamente sonriente P. Bermudo y otras ‘personalidades’, y todos desfilamos delante de él. Tras el desfile, los principales se entraron en el patio de columnas, donde Cutiño el de Umbrete le leyó un discursete al dictador (luego vino contando que Franco tenía toda la dentadura de oro). Solo desfilamos (con ‘marcialidad’, eso sí), pero no le ofrecimos la tabla de gimnasia que cuentas (cuarta foto, derecha; eso es otra historia sucedida un año más tarde, en 1962).
    El vídeo sacado del NO-DO de la visita del dictador a Jaén provincia en mayo-junio de 1961 está en https://www.youtube.com/watch?v=mDenzXM3i7k
    (Espero nos sigas contando los acontecimientos post-expulsión).

    1. Gracias por tu comentario, Alfredo.
      Franco, efectivamente, visitó la SAFA en 1961. Concretamente el 20 de abril. Esta visita ya fue reflejada en mi artículo “La enfermería II”, publicado el 17/10/2020. Era entonces Rector el P. Bermudo, quien aparece en la foto.
      Pero esa fue su SEGUNDA VISITA.
      Anteriormente, visitó la SAFA el 5 de Junio de 1951, siendo aún Rector el P. Villoslada, como puede verse en las fotos (cesó el 15 de octubre de 1953, siendo sustituido el 1 de noviembre por el P. Cuenca). Franco visitó los talleres, la granja y las obras de construcción del edificio central. No entró en la iglesia porque aún no existía, ni nadie desfiló ante él en la portada porque ese edificio no había sido concluido. Sí se le obsequió con una tabla de gimnasia de todo el alumnado, que terminó formando el Víctor de Franco (su escudo personal o Guión) y las iniciales INV (Instituto Nacional de la Vivienda, que financiaba parte de las obras) y ESP (obviamente, España).
      Fotos provenientes del Archivo SAFA, recopiladas por el P. Bermudo y ordenadas y rotuladas por el P. Mendoza.

    2. P.D.
      El próximo 12 de noviembre celebramos Asamblea de Antiguos Alumnos y presentaremos el libro de «Recuerdos de la SAFA», donde se recogen todos estos hechos y los acaecidos tras la expulsión. Nos encantaría que reconsiderases tu decisión de causar baja y nos acompañases ese día.

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