Es curioso cómo, desde pequeños, nos acostumbramos a ver y dividir al mundo humano, animal, vegetal o artificial en dos mitades enfrentadas, aunque desniveladas: los buenos y los malos; habiendo una gama y/o estadios intermedios amplísima que muchas veces ni tenemos en cuenta, pues no interesa a nadie.
Entonces nos enseñan que los buenos siempre son y serán portadores de la victoria, antes o después, con su bondad y constancia, porque el bien siempre primará sobre el planeta Tierra.
Mas, conforme vas creciendo, te das cuenta de la falacia que te han metido en la cabeza, a pesar de que en películas, obras de teatro, novelas, ensayos… casi siempre traten de volcar la balanza de parte del bueno y del trabajo bien hecho.
Y cuando llegas a mayor (aunque sabes que el malo siempre lleva las de ganar), a tus alumnos, hijos, nietos… les vas repitiendo la misma mentira porque la verdad cruda suena demasiado descarnada y despiadada; a pesar de que sepas y veas todos los días por la televisión, los periódicos, las redes sociales, los multimedia…; y en tu entorno más cercano (o lejano) que el malo hace de las suyas y triunfará seguramente antes que después.
Lo vemos en los libros de historia que estudiamos y enseñamos en donde la maldad, las guerras, los dictadores o sátrapas… campan por sus fueros en sus vidas terrenales y en los libros de texto; e incluso son admirados por el populacho.
La persona pérfida tiene más armas con las que ganar sus batallitas individuales o grupales cotidianas que la persona buena, puesto que ésta se conforma con todo y lo perdona todo. Y encima aquélla es admirada por muchos. ¡Lo bueno no se lleva ni mola!
Los malos ganarán siempre (o casi) y así se escribirá la historia, para que sean estudiados machaconamente, con todos sus triunfos, por los sufrientes nuevos educandos…
Y por si fuese poco, finalmente, los convertiremos en mitos. Ya habrá abogados que los defiendan o partidos políticos y/o asociaciones pseudoreligiosas o del tipo que sean que se pongan a su favor sin contemplaciones ni razones sólidas. El mal tiene mejor prensa y bocado que la bondad y el bien (que a veces suena a ñoñería; o al menos eso quieren hacernos ver).
Lo estamos comprobando también a diario en nuestras reales y virtuales vidas, aunque en los cuentos de hadas, muchas obras de teatro, novelas y películas u otras obras de recreación de todo calibre nos muestren machaconamente todo lo contrario.
Definitivamente, esto no tiene solución, el malo casi siempre triunfará y nuestra sociedad se irá cada vez más escorando a su favor, para que el barco de la razón, la verdad y el bien nunca llegue a feliz puerto. No tenemos la suerte de estar en una sociedad cerrada, como nos advierte la Antropología, en la que si se quiere y se ponen todos de acuerdo, se puede erradicar al malo anulándolo del resto de los componentes de la tribu, por lo que ha de marcharse a la selva y allí se morirá de inanición o soledad, si no cambia de comportamiento…
Tenemos miles de ejemplos en la prensa, en la política, en las múltiples guerras que andan activas por el mundo y en la de Ucrania, en particular, por la cercanía en la que nos encontramos. Ahí tenemos a Putin y su caterva de seguidores, palmeros o emuladores (que los hay y bastantes), que ya ha empezado él solito la tercera guerra mundial, como expertos politólogos afirman o vaticinan, y anda tan fresco, lleno euforia y de nuevos amigos incondicionales (India, China, etc.); aunque los autores de cualquier novela, ensayo o guión cinematográfico quieran dejarnos constancia de que la bondad es la que debería triunfar siempre en este mundo (por eso, algunos, lo dejan para el otro…); y de que los buenos son los que ganarán al final.
Si Putin quiere una cosa la coge y ya está, como el chico malo que hace lo que le da la gana en el grupo y nadie le tose; o como cualquier sociedad mafiosa (o imitación) en la que el más venal llegará a ser el jefe sin remisión, hasta que otro más cruel lo quite de en medio, en “un quítate tú que me ponga yo” sin fin…
La persona pérfida tiene más armas con las que ganar sus batallitas individuales o grupales cotidianas que la persona bondadosa puesto que se conforma con todo y lo perdona todo. Y encima es admirada por muchos. Lo bueno no se lleva.
Los malos ganarán siempre (o casi) en nuestra sociedad actual y así se escribirá la historia, para que sean estudiados machaconamente, con todos sus triunfos, por los sufrientes nuevos educandos…
También lo vemos en cualquier grupo o comunidad (de vecinos, WhatsApp o del tipo que sea, etc.): el díscolo casi siempre conseguirá todo lo que se proponga a costa del resto, arrinconando al bueno para anularlo o echarlo del grupo. Ahora le llaman bullying…
Y por si todo esto fuese poco, finalmente los convertiremos en mitos; por eso, siempre ganarán los malos…
Siento desterrar la esperanza del triunfo del bien a ultranza a mis amables lectores. Si ustedes creen lo contrario, escríbanmelo o díganmelo de viva voz, a ver si me convenzo…
Sevilla, 7 de mayo de 2022.
Fernando Sánchez Resa