(S. Botticelli, 1486)
En un viaje por la vieja Florencia
pude admirar de Venus la belleza
de una diosa frágil en su grandeza,
con estilización de adolescencia,
influjo de un platónico idealismo:
el cuello largo y dorado el cabello,
testigos del gótico, rubio y bello,
que inspiran un poético lirismo.
Una Virgen desnuda y pudorosa,
de Céfiro y Cloris acompañada
y por la Primavera custodiada.
Sutil metamorfosis de la diosa,
que surca el mar al destino escondido
en un mágico instante detenido.