¡Mis mejores y más entrañables momentos diarios!

 

Son poco más de las dos de la tarde de cualquier día laborable de la semana y ya marcho ilusionado y feliz porque voy a recoger -en la guardería Kindermundi– a mi querido nieto Saúl. Lleva toda la mañana allí y estoy deseoso de verlo y abrazarlo cual si hiciese una eternidad. Conforme me voy acercando al lugar de encuentro, observo a padres y/o abuelos que hacen lo mismo que yo. Llego al escaparate infantil acristalado, en el que todos los infantes se encuentran expectantes, por ver cuándo y qué familiar llega a recogerlos. Allí observo un cuadro maternal de mucha altura y cromatismo en el que sus maestras y cuidadoras andan afanadas y contentas con el material humano tan preciado que tienen entre manos. Su arte y responsabilidad son infinitos: ejercen de exquisitas educadoras de afectos y sentimientos que tienen su mejor recompensa en la sonrisa y bienestar de sus pupilos…

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