Por desgracia, llegó la segunda ola Covid, con la desbandada, el desconcierto, el enfrentamiento y la incertidumbre que siempre crean y caracterizan a estas situaciones de pandemia; y de la que se aprovecha mucha gente, políticos incluidos, que tienen la oportunidad de mostrar descarnadamente lo poco que saben del asunto, el ansia de poder y/o dinero y los palos de ciego a dar. A la actualidad me remito.
Todo ello lo sé, por lo bien que me lo cuentan -especialmente- mis nietas, destacadas universitarias ellas, que están más que hartas de que quiera manipularlas el poder de turno con sus añagazas. Como me dicen textualmente: «Es que la clase política actual nos han tomado como rehenes y nos recuerdan a los señores feudales de antaño; pues, a veces, quieren tratarnos como si fuésemos siervos de la gleba, con el marchamo aparente de que aman y cuidan mucho al ciudadano, sobre todo cuando hacen campaña electoral. Lo resumen bien con la frase que (ellas y las diversas generaciones) estudiaron sobre el despotismo ilustrado: “Todo para el pueblo, pero sin el pueblo”.»