Recuerdos de un safista – 6. La comida
En ese momento, sonó el timbre, y Don J. interrumpió a nuestro compañero, diciéndole “Vale, vale, ya seguirás en otro momento. Recoged, que ya viene Don Isaac, y le gusta ser puntual”. Y tan puntual: no había terminado de decirlo cuando un enérgico toque en la puerta dio paso a un señor con el pelo canoso, ondulado y peinado hacia atrás, con una chaqueta cruzada de mezclilla color beige y marrón, una corbata no muy bien anudada, y un cigarrillo amarillento en la comisura de los labios.