Encuentro virtual AA. AA. SAFA 2020

Este año que la Asociación de los Antiguos Alumnos Safa de Úbeda (Jaén) había puesto tanto empeño y cogido carrerilla para tener un nuevo encuentro, sumamente importante y necesario, para el próximo primer fin de semana de junio, llega el coronavirus chino y lo echa todo a perder, esfumándolo y suprimiéndolo de un plumazo. Sé que no ha sido lo único (ni fue lo primero, ni será lo último) que ha desbaratado esta dichosa COVID-19, pero ha tenido triste desgracia que por la indiscutible Ley de Murphy («Si algo malo puede pasar, pasará»), sea esta generación de abnegados y sobresalientes safistas egresados de oficialía, maestría y magisterio desde hace medio siglo los que no puedan vestirse de largo y disfrutar de su momento álgido, pues les haya tocado bailar con la más fea y anularlo todo, cuando tanta ilusión y esperanza tenían en celebrar su merecido 50 aniversario y así poder mostrarnos y ejemplificarnos públicamente sus grandezas y vicisitudes, tanto en su estancia de formación en la casa madre, como a lo largo de su dilatada y triunfal vida profesional, con sus preparados y emotivos discursos.

Todo ello, sobrevenido, después del trabajo ímprobo que le habían dedicado los escogidos y esforzados organizadores de nuestra asociación de antiguos alumnos de la Safa (a los que nunca sabremos agradecer su esfuerzo y tesón continuados…), y cuya cabeza visible y tangible es Paco Bordés, arropado con sus incondicionales. Siempre con el loable fin de que el numeroso colectivo de safistas empedernidos y enamorados de la educación y formación que recibieron (sin que por ello puedan y quieran tener sus cuitas y quejas razonadas, lógicamente), especialmente en su educación infantil o juvenil, tratando de pasar unos días agradables y nostálgicos que este cordial y oportuno momento de encuentro en la casa madre siempre proporciona. Es una pena que se haya tirado por tierra, pero seguro que lo superaremos todos. Esperemos que el año próximo tengamos ración doble de optimismo y fiesta, con esperanza y alegría consumadas, gracias a las seis generaciones que nos recordarán -magistralmente- cómo se ha producido el fugitivo paso del tiempo, yéndoseles por entre las manos, casi sin darse cuenta.
Por eso, ya no nos veremos allí, en la antigua-nueva Safa de Úbeda, los de siempre y sus consortes, los esporádicos y los nuevos que hubieran celebrado y estrenado -este curso- su salida al mundo laboral, hace medio siglo, de sus aulas, con el agravante, emotivo y entrañable, que ello conlleva; y más cuando el tiempo ha ido envejeciendo y enraizando los infantiles-juveniles recuerdos convirtiéndolos en más puros y añejos, imprimiéndoles un buqué y una pátina especial en la que hasta los malos y regulares momentos vividos (y, por supuesto, los siempre bonitos, recordables y agradables), se hayan ido tornando en flashes luminosos de una lejana vida colegial, coloreada de sutil compañerismo estudiantil; y comprobando -a su vez- que, cuanto más años pasan y envejecen, más se añoran (la mayoría, se entiende; pues siempre habrá un sector de antiguos alumnos que no le interese o no quiera recordar todo aquello; e incluso se haya apartado voluntariamente o no desee saber nada de todo lo que suene a melancolía y excesivo sentimentalismo; están en su derecho). En una auténtica democracia, todo acto voluntario, personal o social, que no lleve implícito el odio sino el bien común o de divertimento es más que plausible, ya que contribuirá a saber y averiguar la verdad subjetiva individual, cuyo sumatorio total se hará objetiva en todas las cabezas inteligentes y bien pensantes.
Yo no tuve la buena suerte de haber sido antiguo alumno de infantil o primaria en la Safa ubetense, aunque sí de magisterio, pero del Plan 67, que no en planes anteriores de más enjundia y esforzado estudio, en los que había que cursar ocho años, con durísimas reválidas varias, para alcanzar el grado de maestro de escuela de la Safa, en pretéritas y esforzadas épocas en las que se estaba cuajando y consolidando inteligentemente el añorado y auténtico espíritu Safa, seguramente por ser yo demasiado joven para ello, mientras aprovechaba para terminar el bachillerado elemental y superior de seis cursos, con sus dos correspondientes reválidas, en los Salesianos de Úbeda; terminando por arribar a este centro universitario para poder disfrutar de la libertad que se respiraba -por entonces- en la Safa de Úbeda, cuando llegué a mis 16 años, ya que soy de la promoción de magisterio 1970-73 (¡y a mucha honra!), cuando todavía no había entrado la democracia, ni se había afincado en esta tierra andaluza y española; pero que ya despuntaba en este destacado solar educativo ubetense, en el que se movían muchas fichas y se jugaba a varias bandas para que, tanto profesorado como alumnado, fueran piezas futuras destacadas; algunos -incluso- llegarían a ser afamados políticos de la democracia, ahora que la profesión de político está tan denigrada y bajo mínimos.
No pude ser alumno interno tampoco, al ser ubetense de nacimiento, ni pude padecer los tiempos duros que corrían a la generación que este año cumple su 50 aniversario. Solamente cursé tres años de externo, que me dieron una aminorada impronta de lo que suponía ser interno de pura cepa (como el jamón de pata negra, curado al frío de la “Siberia”, y de esos crudos inviernos que se gastaba Úbeda, en tiempos pretéritos, lejanos y distintos de los que hoy disfrutamos), como lo fueron y padecieron los que este año cumplen su quincuagésimo aniversario y los de los esforzados cursos anteriores.
Por eso, hoy, expreso aquí un canto solidario y de auténtico compañerismo, aunque no sea de esta generación, para animarla y encumbrarla, pues sus méritos son muchos, estando implícitos en el aire y en la mente de infinidad de safistas que los vivieron o padecieron; y que incluso andan dispersos en algunos destacados libros de prominentes escritores que pasaron por sus aulas; también, en otras publicaciones, como en las dos web de los Antiguos Alumnos de Magisterio de la Safa de Úbeda y en nuestra amada revista AMALGAMA, que siguen siendo la besana en la que todos los safistas de cualquier promoción, generación o edad pueden y deben expresar todo cuanto les interesa, acontece o fue historia viva, teniendo la fundada esperanza de que el próximo año podremos cumplir -con creces- lo que este año no ha permitido esta odiosa pandemia, aunando y aupando a dos generaciones, con sus seis respectivas abnegadas promociones, tanto de magisterio como de oficialía y maestría.
Me gustaría finalizar este artículo lanzando a los cuatro vientos un sentido y emotivo ¡hurra!, por partida triple, para que esta legión de oficiales, maestros de taller y maestros de escuela que fueron regando con su esfuerzo, sudor y sabiduría casi todos los rincones de nuestra España e incluso del extranjero, al ir multiplicándose allí donde dejaron caer su reconocido prestigio y formación. Ojalá puedan vivir muchos años más, para ser testigos fieles y poder transmitirnos su viva memoria histórica de la formación integral que recibieron, incluso con sus carencias (que también las hubo); que es la que añoramos mucha gente o compañeros de otros tiempos o promociones, ya que su hidalguía, bizarría y valor añadido fueron cruciales para que nuestro país o patria, progresara en educación, amor y sabiduría.
Tengo que reconocer que no sé si este año hubiese podido desplazarme desde Sevilla a Úbeda para asistir a este encuentro y fiesta safista anual, por ser abuelo currante necesitado de mis servicios imprescindibles. No obstante, cuánto me hubiese agradado ser, un año más, el cronista no oficial (más sí emotivo y particular), de un evento que cada año levanta expectativas varias y dichosas, pues el fin que persigue es más que loable: potenciar la amistad, el recuerdo y el buen rollo de todos los que por allí transitamos en alguna etapa, más o menos temprana y lejana, de nuestra vida; y que nunca queremos que se apague esa llama de esperanza sino que renazca, una y otra vez, en cada uno de las mentes y corazones de cualquier antiguo o nuevo discente que tenga la suerte de acercarse a beber de las aguas safistas que, cual gran río del saber y lo educativo, como el Guadalquivir o antiguo Betis, está pleno de buenos deseos y mejor hacer, que sigue regando distintas comarcas y regiones de nuestra más tierna humanidad andaluza y española.
No obstante, gracias al llamamiento hecho por Paco Bordés, podremos celebrar virtualmente, como casi todo lo que ahora estamos haciendo, desde nuestras casas o domicilios, este feliz encuentro, aunados nuestros corazones en el recuerdo y con un florilegio de escritos que han de llegar, en los que la memoria individual y colectiva y las remembranzas de un pasado glorioso (que ya nunca volverá, aunque sea una obviedad) sepan retratar fielmente cincuenta años de vida a la espalda de cada uno de los componentes de sus tres promociones, para nunca quedar defraudados.
¡Un abrazo para todos los safistas de ayer, hoy y siempre!
Sevilla, 23 de mayo de 2020.
Fernando Sánchez Resa

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