¡Vivir para ver…!
A mis más de noventa años, tener que experimentar todo lo que está ocurriendo últimamente a nivel nacional y mundial, cual si fuera a vivir “El Apocalipsis” de san Juan Evangelista, que tantas veces hemos leído en la Biblia; e incluso: “Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos” de Mateo 24, 11, es un gran reto.
Encontrarme encerrada y aislada en esta residencia de ancianos, a la que no hace mucho tiempo llamaban “de la tercera edad”, sin saber cómo la bautizarán los guasones de turno, a partir de ahora, por culpa de esta pandemia a la que llaman COVID-19, vulgarmente conocido por Coronavirus; y que -según me han informado mis hijos, amigas y nietos- viene envuelto en un halo de misterio que nos van descubriendo poco a poco, sin desvelarnos toda la verdad, pues no les interesa a nadie, con la excusa de no provocar excesivo alarmismo y terror colectivo.
Veo cómo han dado una vuelta de tuerca más a mi soledad manifiesta para que ni siquiera puedan venir a visitarme ya mis familiares más cercanos, con la excusa del miedo y el contagio. Hay un dicho popular que viene como anillo al dedo: “a río revuelto, ganancia de pescadores”…; aunque -en este caso- creo que vamos a perder todos, de salida.