No es extraño que se haya dedicado a ser vendedor nato, ofreciendo diferentes productos en diversas empresas ubetenses, pues sus cualidades relacionales y de convencimiento son innatas. Saltan a la vista: su simpatía natural, su sabiduría relacional, su empatía no impostada, su garbo y gentileza regalados…, hacen mella en el que tiene la suerte de toparse con él, quedando enganchado para siempre a su órbita personal con acendrado gusto y agradecimiento.
Como buen maestro de la lidia editorial no se arredra ante nada ni ante nadie y hoy nos va a ofrecer una faena ejemplar también presentando su séptimo libro. Veremos los pases naturales y con muleta que nos tiene preparados y la gran suerte de matar al volapié que le caracteriza. Ya han comprobado ustedes que prosapia e ideas no le faltan a este genuino personaje ubedí para amenizar cualquier fiesta o presentación pues, para calentar motores, en lugar de ponernos pasodobles, esta vez nos ha ofrecido la música de los 60, durante media hora antes de empezar este acto de presentación, siendo todo un espectáculo al ir transportándonos a aquella década prodigiosa, intensamente vivida y añorada por muchos de los aquí presentes, entre los que me incluyo. Gracias a sus sabios lances, realizados al natural, con el capote de su inteligencia y/o la muleta de su férrea voluntad, nos ha proporcionado jornadas memorables, como la que espero nos va a brindar en esta noche triunfal.
Yo simplemente soy un telonero de este magno y prolífico trabajo que quiero comentar lo más sencillamente posible, aunque necesitaré extenderme un tanto, para que ustedes queden enterados de la exhaustiva y tenaz tarea realizada por Juan Antonio durante varios años, acelerando el trabajo -paradójicamente- por su militancia forzada y forzosa en el paro, al final de su largo trayecto laboral.
Hoy se nos presenta de paisano fino (y no como aquella vez en que se vistió de gala torera para hacernos el Pregón de Feria 2014, en este mismo lugar). Todavía recuerdo su inigualable actuación en la que tuvo la osadía de reunir a todos los concejales del ayuntamiento ubetense, de todos los colores y posiciones políticas, y hacer una teatralización personal y familiar graciosísima y súper lúdica (ahora se le llama performance) para regocijo de todos los asistentes, provocando risas y carcajadas continuadas y a mogollón. ¡Con lo difícil que es reunir a todos los políticos de diferentes facciones, como no sea en una cita electoral o en una sesión institucional en la propia casa consistorial!
Juan Antonio es docto en la materia croniquil y literaria, y nos ha reunido en este magno recinto para mostrarnos su último libro: “12 MESES DE MI INFANCIA. Úbeda, en los años 60, desde la calle Fuente de las Risas” que, estoy seguro, será un hito local a recordar.
Su autor es un talento no del todo bien aprovechado, puesto que pudiera haber llegado mucho más alto, social y literariamente hablando, si su padre no hubiese vetado sus posibles estudios futuros, argumentando que tenía tres hijos, haciéndole perder entonces una oportunidad de oro. Mas no por ello ha perdido el tiempo ni se le ha decaído el ánimo, pues -desde su más tierna infancia y adolescencia- ha sido un niño y un muchacho observador, alegre y enamoradizo -que no mujeriego-, prefiriendo estar con las muchachas, charlando y disfrutando de su conversación sabrosa, en lugar de ir con los zangalitrones para embrutecerse en los futbolines de la calle Gradas. Su simpatía y puntualidad con mi persona siempre han sido encomiables. Cada vez que hemos quedado, para algo ha estado puntual como el rayo, cosa poco frecuente en nuestra sociedad de prisas, mentiras y “bambollismos”.
JASA piensa llegar a los diez libros publicados -o más- pues, si la edad y su mente se lo permiten, ya que es un río caudaloso y desbocado, también un volcán en constante y continua ebullición, cuyas creadoras agua y lava no van a cesar mientras viva. Y más ahora que se lleva tres meses jubilado, habiendo pasado por una prejubilación forzosa tan provechosa con la que ha tenido tiempo libre -por fin- para dedicárselo generosamente a su familia, a la escritura, a su añorado mundo de la fotografía y a su amada e incondicional Úbeda, la “Dama de sueños” que Ramón Molina Navarrete teatralizara, ya que ella es -ni más ni menos- su verdadero y auténtico amor -al alimón con Aurora, su amada esposa, y sus hijos y nietos-, llevándolos todos entretejidos en su alma.
JASA -todos lo apreciamos- es una persona alegre, vital, divertida, chistosa, en grado sumo, y que tiene un garbo especial que engancha a cuantos lo conocen sin poder dejar de caer en sus redes empáticas y de simpatía. Aunque no tiene estudios universitarios, por los azares que le ha tocado vivir, al ser el mayor de una familia trabajadora y hecha a sí misma, sus saberes pueden palparse por doquier, incluso simplemente hablando con él, pues tiene anécdotas, salpichirri y memoria con los que envolverte, pero de una manera amigable, cariñosa y entrañable, por lo que no tienes más remedio que agradecer haberlo conocido y tenerlo por amigo. También es preciso saber que JASA es “Caballero Veinticuatro”, llamado “Mercader”, por su encendido verbo de vendedor nato y empedernido, y que a este libro le correspondía, según mi particular entender -por derecho propio-, prologarlo y presentarlo a Antonio Muñoz Molina, nuestro universal escritor, más avezado y conocido que yo, por eso de la vecindad y amistad con Juan Antonio Soria Arias, pero me ha tocado el honor a mí.
Nuestro amigo tiene el espíritu de creación y servicio tan profundo y enraizado que no sabe ni quiere dejar pasar cualquier ocasión que se le presenta para mostrarnos su ancho mundo interior y exterior, su misión real y mágica de la Úbeda de sus recuerdos, sentires y vivencias. Por ello, nuestra ciudad debe estar agradecida a un personaje de tal calibre humano. A él se le quiere, se le estima, se le valora, se le necesita en esta tierra de promisión, pues personas como JASA imprimen carácter a nuestra ciudad, dándole un empaque historiográfico destacado, ya que sabe complementarlo con su legado cultural y artístico de una manera extraordinaria. Ahí están sus anteriores libros que lo avalan. Y que, si no hubiese sido por él, nuestros conciudadanos de hoy -y los que quedan por venir- estaríamos huérfanos de ese legado inmaterial plasmado en negro sobre blanco que tanto nos identifica.
JASA, en ciertos temas literarios o antropológicos, ha sabido encontrar abundante material alternativo para ser un excelente comunicador que, de haber podido estudiar alguna carrera universitaria, nos hubiese sorprendido, aún más, de lo que ya lo hace, con sus originales, graciosas y prolíficas creaciones literarias. No es que sea Antonio Muñoz Molina dos, pues sus marcadas diferencias tanto en lo físico como en lo psicológico y comportamental son evidentes, aunque las comparaciones sean odiosas siempre. Él es otro portento diferente nacido en la calle Fuente de las Risas (¡qué calle más bonita, sonora y evocadora!, antes de que fuera mancillada por el asfalto y la modernidad mal entendida), que los ubetenses tenemos que saber comprender y agradecer. No sé por qué no se ha dedicado al mundo de la farándula o al teatro, puesto que lleva implícito ese arte de la escena en su forma de ser y estar; y bien que lo ha practicado y exhibido durante tantos años, en carnavales, al alimón con su amigo Luis María Jimena.