Otra vez lo mismo

Por Fernando Sánchez Resa.

Son ya muchos años en los que viene repitiéndose este proceso que, aunque en un principio y siguientes fuese motivo de alegría y esperanza, en el transcurrir de los años se está convirtiendo en «más de lo mismo», como dicen los propios políticos de turno…

Me estoy refiriendo a las campañas electorales para las elecciones que periódicamente se celebran en nuestro territorio nacional y que despiertan nuevas esperanzas que muchas veces se ven defraudadas en el devenir del tiempo, porque mucho de lo que se promete se convierte en agua de borrajas. Mucho sacar leyes contra la corrupción para que los mismos u otros sigan con las corruptelas, con nuevas estrategias y modos de actuar, claro; mucho mitin, congregando cada cual a los suyos para darse un baño de multitudes y solo servir para alcanzar los sillones de poder ansiados; mucho prometer sin dar trigo verdadero e ir deshaciendo lo que el anterior partido de gobierno haya legislado; mucho juego democrático que muchas veces parece la yenca; mucho andar con promesas baldías para captar al incauto que todavía no se ha dado cuenta del engaño continuado con el que lo manipulan; muchas noticias falsas para derribar al adversario político con tal de arribar al poder omnímodo; mucho oportunismo por doquier, para tratar los temas candentes que la sociedad y los medios mediáticos pone en candelero, sin hablar -la mayoría de las veces- de lo importante y necesario para el ciudadano de a pie…

¿Para cuándo acometer el verdadero bien común de todos los ciudadanos sin ir tras el trampantojo de quiméricas y oportunistas promesas electorales? ¿Cuándo se reunirán distintos partidarios de diferentes y encontradas facciones políticas para construir algo verdaderamente valioso en común? ¿Para cuándo subsanar sabiamente que los que vayan en las listas electorales no sean los ahijados o bendecidos del líder de turno, sino las acertadas personas que verdaderamente amen hacer el bien, buscando el común de los ciudadanos? ¿Es que nos tiene que pasar como en el relato de Sodoma y Gomorra, que tengamos que preguntar cuántos justos hay en este territorio?

Es vergonzoso que unos partidos a otros se estén tirando los trastos a la cabeza con la corrupción y otros asuntos de hondo calado y ninguno sea capaz de mirar en su patio interior para comprobar que hay que predicar con el ejemplo y no lanzar la primera piedra ni las siguientes, si uno no es limpio de corazón y acciones…

Ya estamos, muchos, hartos de oír siempre lo mismo, aunque con estas u otras palabras similares: «¡Qué bueno soy yo y mi partido y qué malos son los otros. Vótame a mí…!».

¡Qué lejos me encuentro hoy en día de esa alegría y esperanza primigenias, cuando entró la democracia en nuestro país (llamado España) y asistía ilusionado a mítines de uno y otro signo político para ver y escuchar lo que decían y prometían! Llevo ya mucho tiempo de no ir a ninguno, porque ya sé lo que me van a decir y pedir. Después de más de cuarenta años, soy muy reacio a recibir -tan alegremente- promesas que se incumplirán reiteradamente…

Ha empezado la campaña electoral. Espero que no sea tan aburrida y repetitiva como las anteriores, aunque he perdido la esperanza de que la cosa cambie. Lo mejor será desconectarme -en la medida de lo posible-, tratando de no escuchar ni sufrir sus engañosas e idílicas promesas y mensajes oportunistas; y luego, votaré en consecuencia, aunque siga pensando muchas veces «¿Para qué sirve una campaña electoral, con el dinero que nos cuesta a los ciudadanos, si realmente estamos de campaña todo el año…?».

¡Ay, si las campañas electorales las pagara el político de turno de su bolsillo, otro gallo nos cantara! ¡No hay nada nuevo bajo el sol…! Y eso que deberíamos estar contentos, nos dicen, porque nos achicharren, una y otra vez, con los mismos discursos y promesas.

¡Todo es mejorable! ¡Y las campañas electorales, también…!

Sevilla, 13 de abril de 2019.

fernandosanchezresa@hotmail.com

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