Mentiras históricas comúnmente aceptadas (IV): La Biblia (2)

La Biblia (II)

Unas cuantas pinceladas más de la Biblia, que sigue dando mucho juego.

Adán y Eva nunca comieron una manzana. Ya sabemos que solo es un mito, pero aun así, en el Génesis no se menciona de qué fruto se trataba; únicamente se lee: “… pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él”. (Gen, 2, 16-17, Gen, 3, 3). El error se remonta al siglo IV d.C., cuando el papa Dámaso I ordenó que la Biblia original hebrea se tradujera al latín, confundiendo “mālus” (manzana) con “malus” (malo). La tarea fue ejecutada por S. Jerónimo de Estridón, principal erudito de las escrituras, que tras 15 años terminó la Vulgata, traducción canónica de la Biblia para toda la Iglesia Católica. El mito de la manzana se debe a los pintores renacentistas (Lucas Cranach el Viejo, Durero).

De la longevidad de los profetas y santos varones del antiguo Testamento, no digamos nada: Enós (nieto de Adán y Eva), 905 años. Set, el tercer hijo de Adán y Eva, 912. Su propio padre, Adán, 930. Noé, el del diluvio, 950. Y el récord, tachán, Matusalén que vivió 969 años.

Y, ¿por qué ya no vivimos tanto hoy día? Pues la Biblia tiene la respuesta: “Cuando la humanidad comenzó a multiplicarse sobre la faz de la tierra y les nacieron hijas, vieron los hijos de Dios (“elohim” אלוקים) que las hijas de los hombres les venían bien, y tomaron por mujeres a las que preferían de entre todas ellas, y les dieron hijos (“nefilim”, נפילים). Entonces dijo Yahvé: «No permanecerá para siempre mi espíritu en el hombre, porque no es más que carne; que sus días sean ciento veinte años». (Gen, 6, 1-6). O sea, la causa de la maldición fue lo de siempre…

Sin embargo, varios otros personajes sobrepasaron esta edad: “Y vivió Arfaxad… 403 años… Y vivió Sala… 403 años… Y vivió Heber… 430 años… Y vivió Peleg… 209 años… Y vivió Reu… 207 años… Y vivió Serug… 200 años… Taré vivió 205 años” (Gén. 11:10-32). Se le olvidaría la promesa…

El Nuevo Testamento tampoco se libra:

Se dice que tres “magos” habrían seguido a una “estrella de Oriente” que los condujo hasta Jesús, tras su nacimiento. Esta “estrella de Oriente” es Sirio, la estrella más brillante del cielo nocturno, que el 24 de diciembre se alinea con las tres estrellas del Cinturón de Orión: Alnitak, Alnilam y Mintaka; estas tres estrellas eran conocidas como los Tres Reyes, que son sabios o “magos”, también conocidos como los tres Magos por los persas y mesopotámicos: Melchor, Caspar y Balshazzar.

De hecho, el evangelio de San Mateo, que es el único que los cita, no dice que fueran tres, ni siquiera que fueran reyes. Habla de unos magos de Oriente (término que se aplicaba a los estudiosos de la astrología o la astronomía), sin citar número ni nombres. (Mateo, 2, 1-12). Y por supuesto, no había ningún rey negro…

Trescientos años después de Cristo, la cantidad de los magos que adoraron a Jesús variaba sin parar. En los frescos rudimentarios de las catacumbas de Roma, aparecen unas veces cuatro magos y otras hasta seis. La Iglesia siria y armenia decía que lo lógico es que hubieran sido doce, por ser un número singular en las Escrituras: el de las tribus de Israel y el de los apóstoles. Sin embargo, los coptos de Egipto estaban convencidos de que debieron ser sesenta. Ante semejante progresión aritmética de magos, intervino Orígenes (primera mitad del s. III) para determinar que lo sensato era quedarse con tres, en base a los tres regalos mencionados en el evangelio. Este número fue ratificado por la Iglesia Occidental en el siglo V: El Papa León I, el Magno, lo confirmó en sus “Sermones para la Epifanía”, por lo que pasaba a ser oficial (canónico).

Los nombres propios de estos tres personajes aparecieron por primera vez en un mosaico bizantino del siglo VI d.C., de la basílica de San Apolinar el Nuevo en Rávena. Los nombres de Baltasar, Melchor y Gaspar no aparecen en la Biblia.

Por supuesto, tampoco fueron reyes. Como las connotaciones paganas de unos magos de Oriente dejaban mucho que desear, Tertuliano, en el siglo III y basándose en el Salmo 72, 9-11, fue el primero en decir que se trataban de reyes sabios.

A partir del siglo XII, además tendrá la asociación de las tres regiones del mundo entonces conocidas: Melchor representaba a Europa, Gaspar a Asia y Baltasar a África.

No obstante todo esto, niños, seguid escribiendo la carta a los Reyes, que algo caerá…

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