En recuerdo

Por Fernando Sánchez Resa.

En esta trinchera de la vida, en la que cada vez estamos más inseguros, puesto que van cayendo, uno a uno, familiares, compañeros y amigos, incluso de nuestra misma generación o tajo profesional, porque nadie es intocable, pienso que la vida que todos conocemos es manifiestamente injusta ya que, según nuestro punto de vista humano, debería ser de otra manera, ya que no es de recibo que personas justas, trabajadoras, responsables, hacedoras del bien común y cumplidoras no se merezcan tener mejor fortuna, especialmente a la hora de su muerte y/o de sus enfermedades aledañas, que las que no practican esa bonhomía natural y cotidiana. Pero, por desgracia, no suele ser así cómo funciona este mundo de tejas para abajo que conocemos, aunque los creyentes en Dios y en la vida eterna tengamos la esperanza de que allí será más justa y equitativa.

Toda esta larga introducción viene a colación del fallecimiento de mi compañera y amiga, Asunción Rull Góngora, cuando, no hace tanto tiempo, parecía que su fortaleza física y mental era inexpugnable y que iba a permanecer largo tiempo entre nosotros.

A Asunción, nacida en Cambil, pero que ha vivido en la “Ciudad de los Cerros” casi toda su vida, la conocí en el CEIP “Sebastián de Córdoba”, de Úbeda (Jaén), siempre más conocido por “La Explanada”, por ella y todos los aguerridos maestros que lo levantaron a la gran altura profesional y de fama en la que hoy se encuentra. Por entonces, estaba pletórica de experiencia, salud y buen humor; teniendo, años después, los compañeros de este colegio, tan genuinamente ubetense, el honor de ver cómo se jubilaba, tan contenta y esperanzada, junto a otros cuatro componentes del mismo centro educativo, observando todos cómo paladeaba mentalmente la larga estela de años que le quedarían por disfrutar jubilosamente hasta que Dios se la llevase a su santo seno, si tenía la misma suerte de su padre que murió con más de noventa años.

 

Mas ayer comprobamos que eso no ha sido así, pues se jubiló en junio de 2007 (yo tuve la suerte de dedicarle unas emocionadas palabras de despedida: http://www.aasafaubeda.com/index.php/escritos/20-acontecimientos/669-ihasta-siempre-queridos-companeros-y-amigos), porque los planes humanos se tuercen por muchas variables y circunstancias, sobre todo si es la parca la que interviene, ya que siempre es la ganadora de esta sempiterna batalla que se libra diariamente entre la vida y la muerte.

Luego, hemos tenido la ocasión de vernos y charlar por Úbeda, de pasear matutina o vespertinamente, en procesiones, paseos o compras por nuestra ciudad renacentista, con esa alegría natural que le caracterizaba. Asunción siempre fue una mujer creyente y practicante, colaborando, hasta en los años de jubilada, con la parroquia para ser catequista de ese catolicismo que tanto amaba. Por eso digo que no se merecía este nefasto y temprano final, cuando, no hace tanto, disfrutaba de abuela soberana recogiendo los merecidos frutos de su larga vida profesional, educando hijos y nietos ajenos.

Pero hemos de conformarnos, especialmente su familia, compañeros y amigos más íntimos, pues, a pesar de que el hueco que deja es insustituible, nos quedan tantas cosas suyas: su sonrisa, su trabajo bien hecho y dilatado como maestra en “La Guita” y “La Explanada”, su incondicional amor a su familia, su agudo sentido del humor y tantas y tantas cosas intangibles que atesoramos los que la tratamos; por eso, hoy, no tengo más remedio que secarme las lágrimas que me brotaron cuando ayer me lo comunicó, por guasap, su incondicional amiga (y casi hermana) Pepi Pulido Mora. Toda la noche he estado dándole vueltas al tema y con la tristeza en mi corazón pues, cuando se nos va una persona querida, algo nuestro también se marcha para siempre…; mas, mi pensamiento y mi corazón, andan hoy revueltos con sentimientos nostálgicos y esperanzadores para ti, Asunción, dama de hierro y empecinada luchadora de esa enfermedad terrible que se te fue colando en tu inquebrantable salud por la puerta trasera.

¡Descansa en paz! Deseo y espero que ya te encuentres gozando de la presencia de Dios y de tus familiares y amigos más queridos. Recibe, de mi parte, un fuerte abrazo en la distancia.

Sevilla, 16 de noviembre de 2018.

fernandosanchezresa@hotmail.com

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