“Magallanes y la primera circunnavegación de la Tierra”, 02

Por Fernando Sánchez Resa.

El italiano Antonio Pigafetta fue el narrador de toda la epopeya, puesto que era el cronista que acompañó a Magallanes y Elcano, contando ese quimérico viaje (que más parecía una aventura lunar o galáctica que terrestre), enterándonos de muchas de las peripecias de este periplo, en busca de una ruta alternativa de las especias, que eran tan valiosas, por entonces, como el oro y la plata, y dejándonos escrita su Relación del primer viaje alrededor del mundo.

Trataré de contar la historia lo mejor posible, como si fuese Pigafetta, para que ustedes, amables lectores, refresquen la memoria de esta epopeya española, evocando los motivadores relatos que nuestros queridos y antiguos maestros nos regalaban en la escuela primaria, con esa gracia y sabiduría especial que les caracterizaba.

La expedición marítima de Fernando de Magallanes (marino portugués, 1480-1521) y Juan Sebastián Elcano (marino vasco, 1486-1526)) fue financiada por la Corona española y capitaneada por el primero, quien tuvo la idea de dar la vuelta al mundo. Tenía el propósito de abrir una ruta comercial con las islas de las especias por occidente, buscando un paso entre el océano Atlántico y el océano Pacífico, pero su proyecto fue rechazado por el monarca luso Manuel I, El Afortunado.

Se trató de un error de cálculo (que se supo a posteriori), pero el rey de España confió en el portugués y lo puso al frente de 265 hombres y cinco barcos: la capitana Trinidad, la Concepción, la Victoria, la Santiago y la San Antonio, cargadas de provisiones previstas para dos años (galletas, sardinas arenques, higos y siete vacas que les proporcionaban leche fresca). Juan Sebastián Elcano viajó como contramaestre de la nave Concepción. La expedición partió del puerto de Sevilla el 10 de agosto de 1519.

El plan consistía en abrir una ruta por el oeste, rodeando el continente americano por su extremo sur, y pasando sólo por dominios españoles, pero surgió una dificultad diplomática con el Tratado de Tordesillas, firmado en 1494 entre Castilla y Portugal, puesto que ambos países se habían repartido el mundo en dos mitades. Por tanto, si las islas Molucas quedaban del lado luso, Carlos I quebrantaría las relaciones diplomáticas con Portugal. Magallanes, basándose en los mapas de su tiempo, creyó que el camino occidental era viable y que las primeras islas asiáticas estaban cerca de la barrera americana; pero, en esto, se equivocó.

La escuadra, después de haber explorado durante meses el litoral americano, bordeando la costa de Brasil, hizo un breve descanso en Río de Janeiro y exploró la gran boca del Río de la Plata y el litoral de la Patagonia. Pero entonces comenzaron a surgir problemas y desconfianzas de la tripulación hacia Magallanes debido a varios motivos: Magallanes mantenía en secreto el objetivo de su viaje, lo cual inquietaba al resto de capitanes; los capitanes españoles desconfiaban de Magallanes, especialmente por las discusiones establecidas en Sanlúcar con agentes portugueses; y la costa suramericana era interminable, no aparecía ningún paso hacia el otro lado. En la bahía de San Julián, sobrevivieron durante cinco meses bajo el frío, cazando animales como avestruces, zorros y moluscos y derritiendo el agua de bloques de hielo. La nao Santiago, durante un reconocimiento, se estrelló contra la costa por un temporal.

El 21 de octubre de 1520, se adentraron en el deseado paso al que Magallanes bautizó como estrecho de Todos los Santos y de las Once Mil Vírgenes. El 28 de noviembre salieron al mar del Sur, al que denominaron con el nombre de mar Pacífico o mar de las Damas por los suaves vientos alisios que soplaban en esos momentos. Por él navegaron durante tres meses en condiciones calamitosas, los marineros murieron como chinches al carecer la tripulación de agua y provisiones frescas y, en consecuencia, padecieron de escorbuto. Cuando los víveres se agotaron, llegaron a alimentarse de cuero, ratas, cucarachas y todo lo que encontraban.

fernandosanchezresa@hotmail.com

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