Por Fernando Sánchez Resa.
Es paradójico que éste sea el primer verano que paso en esta ciudad y que esté haciendo tal fresquito que ni los anales de la historia local lo conocían. Según cuentan los nativos (y esa es la idea que teníamos todos), en Sevilla, los estíos han sido siempre terribles y las altas temperaturas han obligado a la población pudiente a tener una segunda residencia en la costa onubense o gaditana, principalmente; e incluso a la más pobre, a huir de este infierno de la canícula sevillana.