Por José del Moral de la Vega.
La comarca de La Vera, un lugar bello y saludable, elegido por el emperador Carlos para refugiarse en su ancianidad, es el sitio de Europa donde primero se sembró el pimiento, y donde ahora se produce el mejor del mundo. Sabemos que esta planta llegó a Extremadura entre los presentes que Colón trajo a Guadalupe, con cuya Virgen estaba en deuda. A ella se había acogido para poder convencer a los reyes Católicos de su empresa, y en ese monasterio, el 20 de junio de 1492, los reyes dieron la definitiva y última orden a Juan de Peñalosa, para que Colón iniciase el viaje. De vuelta de América, Colón volvió a Guadalupe a dar gracias, y se trajo con él a dos aborígenes a los que, personalmente, estaba criando y enseñando. Deseaba devolver a la Virgen su favor, y quiso que aquellos dos mozos fueran bautizados en el monasterio.
Vive en Cuacos, un pueblecito muy lindo de La Vera, un labrador ilustrado en historias antiguas que afirma que uno de los dos criados que Colón bautizó en Guadalupe, precisamente al que se le puso por nombre Cristóbal, se quedó en esa comarca y enseñó a los veratos el cultivo del pimiento, que con el agua y el clima tan extraordinarios de la zona produce el que es considerado mejor pimentón del mundo, siendo los centroeuropeos los que más aprecian sus bondades. Y fue un tal Eisenbach –hay quien dice que era un nazi, al que el general Franco dio refugio por aquí– uno de los que más desarrolló el comercio del pimentón entre la aristocracia. Era este hombre corredor secreto de las casas nobles, a las que enviaba regularmente partidas importantes que él seleccionaba, para lo cual preparaba primorosamente el producto en unas cajitas de latón forradas de madera fina, y con una etiqueta de terciopelo y tafetán rojo que llevaban los escudos y nombres de los clientes. El duque de Somerset y el de Lancaster apreciaban mucho su favor, aunque quien más pimentón demandaba era Marlene Dietrich, aquella actriz que tenía el cutis y las piernas más bonitas de todas las artistas, y que cantaba la canción titulada “Lili Marleene”, con una sensualidad tal que emocionaba a los soldados de la Segunda Guerra Mundial. Muchos de aquellos soldados pecaron de lujuria oyendo la canción; por eso decía mi padre que don Rosendo, un cura viejo de mi pueblo, propuso muchas veces a su obispo excomulgar a la cantante, aunque sin conseguir siquiera contestación a sus cartas.
El pimentón de La Vera lleva mucho tiempo presente en las alacenas de las mejores cocinas; pero no ha sido hasta hace poco, que un grupo de investigadores de la Universidad de Extremadura, dirigido por el profesor Campillo, ha estudiado la influencia de este condimento en la salud humana. Este equipo ha determinado, mediante experimentos científicos en humanos, que su consumo regular incrementa la “glutatión peroxidasa” y la “citocromo coxidasa”, lo que se traduce en que el organismo aumenta sus defensas frente a enfermedades tales como la aterosclerosis, el cáncer, la enfermedad de Alzheimer, la diabetes, el envejecimiento…
Suele ser la mayor preocupación de los aristócratas, artistas y otra gente de fama, el aparecer lozanos ante los demás; y una parte importante de sus ingresos los emplean, precisamente, en cuidar la tersura de su piel y la turgencia de sus volúmenes. ¿Sería por el consumo de pimentón de La Vera, que Marlene Dietrich tuvo el cutis y las piernas más bellos de toda la historia del cine? Los descubrimientos del equipo del doctor Campillo nos permiten saber que este condimento es muy bueno para la salud, aunque para relacionarlo con la belleza habrá que esperar algún tiempo todavía; mientras tanto, quizá lo mejor sea aparcar tanto conocimiento científico, e incluso histórico, y disfrutar de unas “Castañetas de cerdo en salsa de pimentón de La Vera y cebolla”, por ejemplo.